Mueren seis sijs al responder los hindúes a los atentados contra los autobuses

India vivió ayer una jornada de creciente tensión y protesta como reacción a los atentados contra autobuses cometidos por los extremistas sijs, que se cobraron entre el lunes y el martes al menos 70 muertos, en su gran mayoría hindúes. Dos sijs fueron asesinados en la ciudad de Rishikesh (en el Estado de Uttar Pradesh) y otros cuatro en el Estado de Haryana, en ocho de cuyas ciudades el Ejército salió a la calle para intentar impedir los enfrentamientos.Un grupo de 1.500 manifestantes hindúes intentó asaltar el domicilio de un ministro en la capital de la India, mientras se producían choques v...

India vivió ayer una jornada de creciente tensión y protesta como reacción a los atentados contra autobuses cometidos por los extremistas sijs, que se cobraron entre el lunes y el martes al menos 70 muertos, en su gran mayoría hindúes. Dos sijs fueron asesinados en la ciudad de Rishikesh (en el Estado de Uttar Pradesh) y otros cuatro en el Estado de Haryana, en ocho de cuyas ciudades el Ejército salió a la calle para intentar impedir los enfrentamientos.Un grupo de 1.500 manifestantes hindúes intentó asaltar el domicilio de un ministro en la capital de la India, mientras se producían choques violentos entre hindúes y sijs en el curso de una manifestación en protesta por el doble atentado perpetrado por los sijs.

Varias ciudades quedaron ayer paralizadas por una huelga convocada en protesta contra los atentados. El primer ministro, Rajiv Gandhi, calificó los atentados perpetrados contra los viajeros de autobuses como "brutales carnicerías", y añadió que su Gobierno "redoblará" los esfuerzos en la lucha contra los "extremistas y asesinos". Unas 2.000 personas, se manifestaron en Nueva Delhi para pedir la dimisión de Gandhi al que acusaron de impotencia ante los Sijs.

Los autores de los atentados contra los autobuses dijeron que habían actuado en venganza por la muerte de sijs a manos de la policía india, y profirieron amenazas contra el jefe de la policía del Estado de Punjab, Julio Ribeiro, según el relato de los supervivientes.