Cartas al director

Discriminación

En el congreso de intelectuales y artistas recientemente celebrado en Valencia había una mesa presidida por el señor Juan Goytisolo, denominada La guerra civil española vista por los otros, para la cual elaboré expresamente una ponencia titulada Repercusiones de la guerra civil española en Venezuela, donde refería, entre otras cosas, los paralelismos entre las situaciones políticas de ambos países y la participación de algunos venezolanos en la contienda. Suponía que a los españoles podría interesarles cómo y por qué algunos venezolanos llegaron incluso a morir luchando po...

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En el congreso de intelectuales y artistas recientemente celebrado en Valencia había una mesa presidida por el señor Juan Goytisolo, denominada La guerra civil española vista por los otros, para la cual elaboré expresamente una ponencia titulada Repercusiones de la guerra civil española en Venezuela, donde refería, entre otras cosas, los paralelismos entre las situaciones políticas de ambos países y la participación de algunos venezolanos en la contienda. Suponía que a los españoles podría interesarles cómo y por qué algunos venezolanos llegaron incluso a morir luchando por la República.Cuando llegué a Valencia, procedente de Caracas, tuve la desagradable sorpresa de ver que en la nómina de panelistas previstos para esta mesa no figuraban ni mi nombre ni mi ponencia, aunque sí aparecía mi ficha en el who is who editado por los organizadores del congreso, la Consejería de Educación, Ciencia y Cultura de la Generalitat valenciana.

Cuando quise aclarar la situación, una persona del comité organizador, de quien no tenía motivos para desconfiar, me reiteró que mi participación en la mesa, integrada fundamentalmente por intelectuales árabes, no estaba prevista. Posteriormente, Goytisolo habló de la "baja de un orador latinoamericano" (como si yo estuviera muerto), y más recientemente de la "ausencia de uno de los oradores previstos". Sí, esto último es cierto: cuando entendí que se trataba de una actitud de clara discriminación hacia un escritor latinoamericano que había incurrido en la triple falta de ser tercermundista, menor de 30 años y para colmo desconocido, preferí irme de paseo. Huyendo del olor a establo de vacas sagradas que predominaba en el Palau de la Música i Congressos, preferí hundirme en el sol de Valencia, en la calidez de su gentes y en el bullicio de sus tascas.

Es una lástima que una de las mesas que hubiera podido ser más enriquecedora, debido a lo concreto de su temática, haya sido empañada por cuestiones como el incidente Janka. Pero la responsabilidad, me parece, no es del señor Goytisolo, sino de quienes utilizaron el congreso como escenario para el ejercicio masturbatorio de su narcisismo intelectual.-

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