Cartas al director

Cabañeros

No puedo por menos que dirigirme a usted con la sana intención de exponer mi opinión, y a todas aquellas personas que leen EL PAIS, sobre la siguiente cuestión: a propósito del artículo aparecido el 17 de mayo del año que nos ocupa, en el suplemento semanal, titulado Cabañeros, la España que vieron los romanos, me doy cuenta del asqueante expolio que estamos permitiendo con el patrimonio ecológico que nos han legado lo más intacto posible nuestros antepasados. Pienso que, aunque este patrimonio figure como propio en una escritura, el mismo Gobierno debería llevar una política de conserv...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

No puedo por menos que dirigirme a usted con la sana intención de exponer mi opinión, y a todas aquellas personas que leen EL PAIS, sobre la siguiente cuestión: a propósito del artículo aparecido el 17 de mayo del año que nos ocupa, en el suplemento semanal, titulado Cabañeros, la España que vieron los romanos, me doy cuenta del asqueante expolio que estamos permitiendo con el patrimonio ecológico que nos han legado lo más intacto posible nuestros antepasados. Pienso que, aunque este patrimonio figure como propio en una escritura, el mismo Gobierno debería llevar una política de conservacionismo hacia todos los espacios naturales y genuinos de nuestra Península. Creo que todas las personas sensibilizadas con este tema, más un plantel de expertos en botánica, fauna, conservadores de nuestros bosques autóctonos y ecologistas, deberíamos crear una asociación, fundación o comisión permanente, nacional o como se quiera llamar, que realmente vele por la conservación de nuestras reservas ecológicas. Quiero dejar claro que debe excluirse o reformarse el Icona, que, como su nombre indica, debería ser el Instituto para la Conservación de la Naturaleza, pero realmente ha tenido una actuación nefasta en la conservación y replantación de nuestros bosques autóctonos; póngase como caso bien claro el de Galicia, en la que ha sido utilizada una política de replantación totalmente maderera. En el caso de la finca de Cabañeros, el Icona no ha definido la exclusividad de las especies que aquí habitan -el buitre negro, la cigüeña negra y el lince- ni la vasta extensión de árboles centenarios. ¿Y qué explicación dio el Icona cuando ocurrió el envenenamiento de las miles de especies volátiles en el coto de Doñana? Todos estos hechos me hacen pensar que esta institución no está defendiendo los intereses de nuestros montes y sus pobladores, sino que está haciendo el juego a las instituciones económicas más poderosas de nuestro país.Una gran parte de españoles exigimos ya con nuestras conciencias, y algunos con nuestra participación activa, que se tomen estos asuntos con más seriedad, ya que de ello depende nuestra supervivencia y, ante todo, la única riqueza, que nos queda, la más bonita en sí misma: la naturaleza.- Cercedilla. Madrid.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En