Cartas al director

¿Conoce usted

la canción? "Qué dirá el Santo Padre, que vive en Roma, si le están degollando a su paloma". Por desgracia, la conocemos demasiado. El Santo Padre no dice nada, calla. ¿Quizá porque la paloma no es blanca y limpia, sino sucia y ensangrentada por botas militares?Como chileno que lleva 14 años de exilio (tengo 21), esperaba que la visita del Papa a América Latina fuera algo más que una visita pastoral.

Todos los chilenos que hemos sufrido las vejaciones de este régimen militar esperamos del Papa algún gesto, alguna palabra por la lucha diaria por la libertad que se lleva en Chile.

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la canción? "Qué dirá el Santo Padre, que vive en Roma, si le están degollando a su paloma". Por desgracia, la conocemos demasiado. El Santo Padre no dice nada, calla. ¿Quizá porque la paloma no es blanca y limpia, sino sucia y ensangrentada por botas militares?Como chileno que lleva 14 años de exilio (tengo 21), esperaba que la visita del Papa a América Latina fuera algo más que una visita pastoral.

Todos los chilenos que hemos sufrido las vejaciones de este régimen militar esperamos del Papa algún gesto, alguna palabra por la lucha diaria por la libertad que se lleva en Chile.

Por desgracia para los amantes de la libertad, esos gestos tan largamente esperados han sido en sentido contrario, no sólo en Chile, sino en toda América Latina. Una persona capaz de condenar actitudes abiertas, no sólo progresistas, sino, lo más importante, acordes con la realidad latinoamericana (entiéndase teología de la liberación, Ernesto Cardenal, etcétera), pero incapaz de decir libertad o democracia en un país donde esas palabras están tan prohibidas como Allende, pan o justicia, no me merece la más mínima admiración.

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Por suerte, en Chile y en la mayor parte de América Latina, los obispos, los teólogos, los curas más humildes de las poblaciones, están al lado de los necesitados, de los humildes y los pobres.

Gracias al ejemplo dado en ese momento por los que defendieron esa esperanza, los chilenos seguirán trabajando para poder, al fin, un día decir muy alto, tan alto que se oirá hasta en Roma, libertad, democracia, pan y justicia.

Sinceramente, no creo que se publique esta carta. Puede que hiera alguna sensibilidad, pero no soy yo quien la hiere, sino esas propias personas que no ven más allá de sus propios intereses.

El Sur también existe, y es distinto. Le ruego que si publica esta carta no la censure. Es tal cual es.-

Rodrigo Soto. Madrid.

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