Mitterrand acentúa su protagonismo político en la 'cohabitación'

El presidente de la República francesa, François Mitterrand, ha decidido pasar a una velocidad superior en la cohabitación con el Gobierno conservador, justo un año después de las especiales circunstancias que permitieron la convivencia de un jefe de Estado socialista con un primer ministro de derechas bajo el mismo techo del poder. Desde el miércoles hasta el domingo ha realizado tres intervenciones televisivas, en las que ha acentuado su protagonismo en la vida política y ha matizado sus críticas hacia el Gobierno para subrayar su propio papel de moderador, árbitro y garante de la con...

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El presidente de la República francesa, François Mitterrand, ha decidido pasar a una velocidad superior en la cohabitación con el Gobierno conservador, justo un año después de las especiales circunstancias que permitieron la convivencia de un jefe de Estado socialista con un primer ministro de derechas bajo el mismo techo del poder. Desde el miércoles hasta el domingo ha realizado tres intervenciones televisivas, en las que ha acentuado su protagonismo en la vida política y ha matizado sus críticas hacia el Gobierno para subrayar su propio papel de moderador, árbitro y garante de la continuidad.Toda la clase política reaccionó ayer, entre sorprendida y admirada, ante las crecientes habilidades del presidente para situarse más allá del bien y del mal.

El 25 de marzo habló flanqueado por las banderas europea y francesa, en el 30º aniversario del Tratado de Roma, en una clara demostración de que su vocación supera las estrechas fronteras de Francia y de que quiere pasar a la historia como un personaje decisivo en la actual fase de la construcción europea.

El domingo, mientras el primer ministro Jacques Chirac emprendía una visita oficial de cuatro días a Estados Unidos, consiguió, en una entrevista de más de una hora de duración, elevarse muy por encima de las pequeñas querellas políticas, le hizo piropos al actual Gobierno conservador, evitó las críticas ácidas mediante la ironía y la benevolencia y recordó, como tantas otras veces, que no es candidato a la Presidencia de la República. O dicho en otras palabras, que no lo es ahora, porque un presidente no puede ser candidato ni pensar en ello mientras es aún presidente.

La única crítica frontal, críptica para la opinión pública, pero contundente para la clase política, la dirigió al ex primer ministro Raymond Barre. "Ni he dimitido ni me he sometido", aseguró, respondiendo así a las palabras de Barre, que ha cifrado la cohabitación en estas dos posibilidades. Los que han construido la teoría de que hay que cambiar de presidente cada vez que cambia la mayoría, es decir, Raymond Barre y sus amigos, pertenecen, según Mitterrand, "a la cofradía de los apresurados, apresurados por ocupar el poder en lugar de los otros".

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Mitterrand repitió que no tiene intención de presentarse a las elecciones presidenciales en 1988, pero acrecentó así los temores de sus rivales, que ven cómo va creciendo el capital político de este hombre, aparentemente sin ambición. Sólo unas circunstancias especiales le aconsejarían presentarse, ha repetido muchas veces. Pero Mitterrand parece ser el primero en crear tales circunstancias.

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