Español en Lisboa

Las Meditaciones portuguesas que Hans Magnus Enzensberger ha publicado recientemente en EL PAÍS (tres primeros domingos de enero) suscitan en el lector la admiración por el trabajo periodístico bien hecho y en los que apreciamos Portugal un deseo de encontrar argumentos imposibles que cntraponer a la dureza del análisis realizado. Refiriéndose al tópico del desconocimiento mutuo de españoles y portugueses dice un monseñor en el primer capítulo: "Si fuera verdad que los dos países tienen una frontera común, debería ser posible aprender español en un colegio de bachillerato de Lisboa o de...

Las Meditaciones portuguesas que Hans Magnus Enzensberger ha publicado recientemente en EL PAÍS (tres primeros domingos de enero) suscitan en el lector la admiración por el trabajo periodístico bien hecho y en los que apreciamos Portugal un deseo de encontrar argumentos imposibles que cntraponer a la dureza del análisis realizado. Refiriéndose al tópico del desconocimiento mutuo de españoles y portugueses dice un monseñor en el primer capítulo: "Si fuera verdad que los dos países tienen una frontera común, debería ser posible aprender español en un colegio de bachillerato de Lisboa o de Oporto. Pero nada de eso. El inglés, desde luego; el francés, pues bueno, y hasta el alemán o el latín. Tan sólo el español: no hay español". Al menos aquí me está permitido hacer una corrección: la frontera común existe, puesto que son ya muchos los jóvenes portugueses que han hecho sus estudios básicos y de bachillerato en el Instituto Español de Lisboa, que también, desde éste año, imparte cursos de español para extranjeros. Claro que, si el monseñor del reportaje conocía la indecisa y descoordinada política exterior que, al menos en lo que respecta a la lengua, se ha venido y se viene realizando, pudo hacer, no sin lógica, su afirmación.-

Catedrático de Lengua y Literatura Española.