Los ferroviarios franceses ganan la primera batalla en su movimiento de huelga

La huelga de los ferroviarios franceses entró ayer en una nueva y decisiva fase, después de la decisión del mediador nombrado por el Gobierno para interceder entre los trabajadores y la dirección de la SNCF (Red de Ferrocarriles Franceses) de retirar el proyecto de tabla salarial que originó el movimiento de protesta. Las asambleas de ferroviarios votaron ayer mayoritariamente por la continuación de la huelga a pesar de la retirada de la tabla salarial.La retirada del proyecto de tabla salarial era la condición previa exigida por los huelguistas para normalizar el tráfico ferroviario. La direc...

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La huelga de los ferroviarios franceses entró ayer en una nueva y decisiva fase, después de la decisión del mediador nombrado por el Gobierno para interceder entre los trabajadores y la dirección de la SNCF (Red de Ferrocarriles Franceses) de retirar el proyecto de tabla salarial que originó el movimiento de protesta. Las asambleas de ferroviarios votaron ayer mayoritariamente por la continuación de la huelga a pesar de la retirada de la tabla salarial.La retirada del proyecto de tabla salarial era la condición previa exigida por los huelguistas para normalizar el tráfico ferroviario. La dirección de la compañía exigía, a su vez, la normalización laboral como paso previo a cualquier negociación sobre la tabla de salarios. El proyecto de diferenciación salarial elaborado por la dirección de la SNCF se basaba en las escalas de méritos laborales, y no en la antigüedad como quieren los trabajadores.

Ante el bloqueo de diálogo entre dirección y trabajadores, el Gobierno nombró un intermediario que ahora acaba de anunciar la necesidad de empezar una negociación a partir de cero, sin tener en cuenta el polémico proyecto. El intermediario no ha querido hablar en ningún momento de retirada de la tabla salarial, principalmente después de las enérgicas declaraciones del Gobierno, en las que se ha afirmado que no se trata de poner en duda ni la contención salarial ni las necesidades de racionalización empresarial. El Gobierno conservador de Jacques Chirac, según muchos observadores, se ha limitado a dejar que la huelga se pudriera, primero, dejando a la dirección de los ferrocarriles la responsabilidad de una solución, y luego, nombrando un intermediario.

El Gobierno no ha contado, en su estrategia, con dos nuevos elementos en los movimientos sociales franceses. De una parte, el papel de los trabajadores no sindicados y la preponderanciaa de las asambleas de trabajadores por encima de las directivas de los sindicatos. De otra parte, el antecedente del movimiento estudiantil, victorioso en su petición de retirada de la ley de reforma universitaria.

La retirada ahora de la tabla salarial puede abrir paso a una auténtica negociación a partir de cero, pero el Gobierno no puede permitir que el conflicto llegue a poner en peligro su política económica, la única área de su gestión donde ha podido ofrecer hasta ahora un panorama de éxitos y un horizonte optimista.

La huelga de ferrocarriles coincide, además, con una durísima huelga de la marina mercante, que afecta al 30% del tráfico portuario, y con la convocatoria de huelgas en el metro de París y en la compañía de gas y electricidad para la semana próxima.

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