Tribuna:

Seguridad

El partido en el poder, socialista por más señas, se ha negado a aceptar una investigación parlamentaria sobre el caso de El Nani pretextando un novedoso escrupuloso respeto al poder judicial y, en realidad, mostrando una vez más esas amplias faldas gubernamentales bajo las que guardar los supuestos excesos cometidos por las fuerzas que garantizan nuestra seguridad.Tan extraña conducta en un partido de izquierda no debe atribuirse a una maldad intrínseca ni a una alteración metaflisica irreversible. Si ese partido estuviera en la oposición, pondría verde al señor ministro del Interior p...

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El partido en el poder, socialista por más señas, se ha negado a aceptar una investigación parlamentaria sobre el caso de El Nani pretextando un novedoso escrupuloso respeto al poder judicial y, en realidad, mostrando una vez más esas amplias faldas gubernamentales bajo las que guardar los supuestos excesos cometidos por las fuerzas que garantizan nuestra seguridad.Tan extraña conducta en un partido de izquierda no debe atribuirse a una maldad intrínseca ni a una alteración metaflisica irreversible. Si ese partido estuviera en la oposición, pondría verde al señor ministro del Interior por el caso de El Nani, y estaríamos viendo al Machaquito o al Guerra preguntándose retóricamente en el Parlamento: "¿Quién nos protege de quienes nos protegen?". Como ni con el Gobierno ni con el partido que le respalda se puede contar para protestar contra los abusos del propio Gobierno, habrá que empezar a concienciar a la opinión pública sobre la existencia de una cierta crispación de algunos profesionales del armamento, ejercida en zonas donde no padecen el acoso terrorista.

Abundan los hechos delictivos o civilmente agresivos protagonizados por gentes de armas, demostrando que la pistola como herramienta de trabajo es más peligrosa que la llave inglesa dentro y fuera de las horas de servicio. Los mecánicos casi nunca utilizan la llave inglesa para agredir a los demás; ni tampoco su condición de mecánicos. En cambio, con excesiva frecuencia, algunos policías o gentes de armas en general emplean la pistola o la prepotencia fuera de servicio cuando se les sube la sangre o la líbido a la cabeza.

La semana pasada tuvimos en 24 horas el ménage à trois criminal entre una chica de alterne, un policía y su pistola, o la agresión etílica de policías fuera de servicio a diputados socialistas canarios. Sin generalizar, pero sin desalertar: ¿no sería conveniente que la policía y otras gentes de armas dejaran las pistolas en las oficinas y la prepotencia colgada en el perchero cuando termina la jornada laboral?

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