Cartas al director

Aborto y Justicia

Ante las noticias que EL PAÍS y otros medios de información vienen dando en torno al procesamiento del director de una clínica privada en Salamanca donde parece que se practicaban abortos, no puedo por menos de expresar mi indignación y mi aplauso para ese brazo de la justicia, ese juez que ha decidido cortar por lo sano tanta enfermedad. ¡Sí señor!, así se hace, que sepa de una vez por todas este pueblo que aquí sólo abortan las hijas, las mujeres y las queridas de los señores prohombres, que tienen el dinero suficiente para viajar al Reino Unido.¿Hasta cuándo vamos a consentir que alguien qu...

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Ante las noticias que EL PAÍS y otros medios de información vienen dando en torno al procesamiento del director de una clínica privada en Salamanca donde parece que se practicaban abortos, no puedo por menos de expresar mi indignación y mi aplauso para ese brazo de la justicia, ese juez que ha decidido cortar por lo sano tanta enfermedad. ¡Sí señor!, así se hace, que sepa de una vez por todas este pueblo que aquí sólo abortan las hijas, las mujeres y las queridas de los señores prohombres, que tienen el dinero suficiente para viajar al Reino Unido.¿Hasta cuándo vamos a consentir que alguien que defiende su clase, aunque sea consciente de que su forma de actuar es contraria al sentir de la sociedad, nos obligue a ir por los caminos por él dibujados?, ¿hasta cuándo nos vamos a callar, cuándo podremos gritar que sus ideas las practiquen con sus familias, si es que les dejan, puesto que lo más probable es que estén vengando con el pueblo sus frustraciones particulares?, ¿por qué la protesta se queda en manos de pequeños grupos obligados a encerrarse en sí mismos?, ¿por qué no hacemos saltar estas instituciones sagradas, que con la apariencia de proteger al ciudadano sólo se protegen a ellas mismas? O será que nos han dominado, nos han lavado el cerebro; sólo nos duelen los pisotones cuando nos los dan a nosotros, no a los demás. Les estamos haciendo el juego muy bien, luchamos en la calle, en el trabajo, en la familia, por sus intereses, no por los nuestros.

Hemos sacralizado sus consignas y sus maneras de vivir, a las que nunca llegaremos porque no somos capaces de renunciar a todos los escrúpulos, estableciendo leyes donde se: inviertan los términos. No seríamos capaces de meter en la cárcel a personas a las que tendríamos que estar agradecidos.-

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