Tribuna:

Conciencia

Las conciencias ultramontanas del país se están poniendo últimamente muy pesadas con el asunto del aborto; encarcelan, persiguen y detienen; se envalentonan y nos dan la vara impunemente.Las conciencias pigmeas del Estado tienen las amígdalas incandescentes de tanto rugir su escándalo. Ahí están, ensalivando apocalípticas condenas para los abortistas, rasgándose las vestiduras todo el día, que se les está poniendo el visón hecho una pena. Todo el clamor lo capitalizan esos chillones; nadie habla en defensa de las víctimas, de esos miles de mujeres que han de seguir abortando bajo cuerda porque...

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Las conciencias ultramontanas del país se están poniendo últimamente muy pesadas con el asunto del aborto; encarcelan, persiguen y detienen; se envalentonan y nos dan la vara impunemente.Las conciencias pigmeas del Estado tienen las amígdalas incandescentes de tanto rugir su escándalo. Ahí están, ensalivando apocalípticas condenas para los abortistas, rasgándose las vestiduras todo el día, que se les está poniendo el visón hecho una pena. Todo el clamor lo capitalizan esos chillones; nadie habla en defensa de las víctimas, de esos miles de mujeres que han de seguir abortando bajo cuerda porque la ley del PSOE no se cumpla. Sí, desde luego, hay que acabar con el aborto ¡legal, pero no encarcelando a diestro y siniestro a todo quisque, sino autorizando nuevos centros. O sea, poniendo la repajolera ley verdaderamente en marcha, que ya es hora.

Total, que las conciencias grana y oro están haciendo estragos. Resulta cuando menos curioso comprobar que los detenidos son siempre los mismos: abortistas que enfocan su actividad como una cuestión social y solidaria. Ahí está Enguix, que ya ha catado cárcel y se encuentra ahora a la espera de juicio; ahí está Carballo, su colaborador, condenado a dos años porque cobró 20.000 pesetas por la intervención y le han aplicado el agravante de actuar con ánimo de lucro. Ahí están, en fin, los del colectivo salmantino Canalejas, que cuando era necesario operaban gratuitamente a sus pacientes y que ahora han tenido que reunir una fianza de 10 millones de pesetas para poder sacar al director del centro de la cárcel. Mientras tanto, clínicas de lujo y médicos muy finos realizan desde siempre carísimos abortos ¡legales sin que nadie les busque las cosquillas. Son sesudos catedráticos de ginecología, elegantes doctores de la jet, prohombres de la ciencia especializados en abortos de postín, en mujeres de la estrecha conciencia dirigente. Habrá que esperar a que pase por la cárcel alguno de estos médicos tan empingorotados y notables para empezar a creer que esos espasmos de conciencia son un sentimiento honesto y respetable.

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