Un antiguo exiliado escapó ileso de varios atentados desde 1985

Un antiguo exiliado en el País Vasco francés que aceptó regresar a España acogiéndose a las vías de reinserción social ha escapado ileso, desde 1985, de varios intentos de atentado, presumiblemente de ETA Militar, según han revelado ahora fuentes no oficiales. El primer intento de asesinato se produjo en junio del año pasado, tres meses antes del regreso a España de María Dolores González Cataráin, Yoyes, y medio año después de que la ex dirigente de ETA intentara sin éxito mantener contactos con la organización terrorista para ponerle al corriente de su decisión de regresar a España.El...

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Un antiguo exiliado en el País Vasco francés que aceptó regresar a España acogiéndose a las vías de reinserción social ha escapado ileso, desde 1985, de varios intentos de atentado, presumiblemente de ETA Militar, según han revelado ahora fuentes no oficiales. El primer intento de asesinato se produjo en junio del año pasado, tres meses antes del regreso a España de María Dolores González Cataráin, Yoyes, y medio año después de que la ex dirigente de ETA intentara sin éxito mantener contactos con la organización terrorista para ponerle al corriente de su decisión de regresar a España.El último atentado frustrado se produjo hace pocas semanas en la ciudad de Burgos, donde el ex activista reside con su esposa. Un día, cuando abandonaba con su mujer el piso que ambos ocupan en la ciudad castellana, advirtió la presencia en la otra acera de varias personas, entre las que creyó reconocer a una mujer como antigua compañera de la organización ETA Militar.

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Error del comando

El exiliado reinserto pudo escapar ileso gracias a un error del comando. Los activistas sacaron las armas demasiado pronto, antes de cruzar la calle y acercarse a la víctima. Ésta, al confirmar las intenciones del grupo, pudo reaccionar, introducirse corriendo en el portal del inmueble que acababa de abandonar y refugiarse en la vivienda.La misma persona había sido objeto de dos atentados frustrados en Basauri, una localidad industrial de la periferia de Bilbao, donde instaló su residencia al regresar del exilio.

El primer intento de acabar con su vida se produjo en junio de 1985.

Después de un nuevo incidente, varios meses más tarde, decidió abandonar el País Vasco y trasladó su residencia a Burgos.

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La existencia de estos intentos de acabar con la vida de un reinserto pone de relieve que la preocupación de los dirigentes de ETA Militar por aplicar castigos ejemplares a antiguos activistas que han aceptado abandonar las armas y volver a la vida normal es permanente, desde que un comando asesinara el 4 de febrero de 1984, en Algorta (Vizcaya), a Mikel Solaun Angulo.

La muerte de Mikel Solaun, un constructor de 39 años, fue planeada con la intención de que sirviera de "advertencia para todos aquéllos que buscan una salida personal a su situación", según rezaba el comunicado de reivindicación difundido por ETA Militar.

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