Mendigos en vacaciones

La mitad de los albergues de Madrid cierra en verano

El 40% de las 73,0 plazas que hay para mendigos e indigentes en los albergues de Madrid desaparece en julio y agosto. Ahora, debido a las vacaciones del personal, sólo están abiertos tres de los seis existentes: albergue municipal de San Isidro (142 plazas para hombres, 52 para mujeres), San Martín de Porres (115 plazas, sólo para hombres) y Santa, María de la Paz (120 plazas para hombres mayores de 45 años). En todos ellos, en verano, como durante el resto del año, las plazas están siempre ocupadas; pero quienes se queden fuera al menos no sufrirán el frío del invierno. En los últimos ...

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El 40% de las 73,0 plazas que hay para mendigos e indigentes en los albergues de Madrid desaparece en julio y agosto. Ahora, debido a las vacaciones del personal, sólo están abiertos tres de los seis existentes: albergue municipal de San Isidro (142 plazas para hombres, 52 para mujeres), San Martín de Porres (115 plazas, sólo para hombres) y Santa, María de la Paz (120 plazas para hombres mayores de 45 años). En todos ellos, en verano, como durante el resto del año, las plazas están siempre ocupadas; pero quienes se queden fuera al menos no sufrirán el frío del invierno. En los últimos tiempos buscan techo en estos centros más gente joven y menos personas que se dedican a la mendicidad.A las nueve de la mañana comienza en el albergue de San Isidro la procesión: B9, A16, Biblioteca, 20. Son las personas que han pasado la noche en el albergue y que, antes de salir a la calle, deben dar en recepción el número de la habitación.

A las ocho se levantan, después desayunan y la mayoría sale a la calle; comen, hacia las 13.30 y a las seis de la tarde comienza la recepción de los nuevos, peticionarios de cobijo. Se cena a las ocho, y la hora de irse a la cama la marca el final de la programación televisiva. Son estos transeúntes gentes variopintas con carencias indisimulables, que han. de cumplir unas mínimas normas de convivencia y se han de duchar antes de entrar al albergue.

"Tengo una hija, pero como si no la tuviera", cuenta llorando Asunción Mielgo. "Vivía en Italia con ella y mi yerno. De la noche a la mañana se marcharon con tutto mi dinero. Me vine a España, un taxista me robó las liras que me había dado el consulado, y la policía me trajo aquí. Llevo nueve meses, pero ya no me dan permiso para estar aquí más, tiempo. Me tengo que marchar, y no sé a dónde. Quieren llevarme a una residencia, pero no se está tan bien como aquí. Además, si me marcho, mi hija no me va, a encontrar". Pero después Asunción dice que su hija no sabe que ella está en Madrid.

El albergue de San Isidro, el mayor de la, ciudad, es un edificio blanco de tres plantas situado entre los pinos del parque del Oeste y los primeros tramos de las vías que parten de la estación del Norte. Su presupuesto para 1986 es de 50 millones, cuatro más que el año pasado, sin contar la partida de gastos de las 53 personas que trabajan en él.

En 1985 pasaron por el albergue 2.250 hombres y 668 mujeres, con una media de permanencia de 17 días para los hombres y 14 para las mujeres. De ellos, una cuarta parte eran de Madrid. Después, Andalucía y Castilla y León fueron las comunidades de donde más transeúntes procedían. Por provincias, Jaén, Badajoz y Cáceres ocupaban los primeros puestos en cuanto a lugares de origen de los albergados en San Isidro. Enero fue el mes que más estancias registró (6.738) y septiembre el que menos (3.356).

Eternos transeúntes

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Concha Elejabeitia, psicóloga del centro, cuenta que lo primero que necesita el albergue es organizar actividades y programas para atender más detenidamente a cada persona. "Toda esta gente tiene unas carencias muy concretas. Algunas veces son familias enteras. Desde aquí, los asistentes sociales, el médico y yo intentamos estudiar cada caso y darles una solución, porque la idea es que aquí sólo estén de paso. Pero la mayoría no se quieren marchar. Otros no caben, esto siempre está a tope. Alcohólicos hay muchos, y las familias, en general, no les quieren admitir".

Gran parte de los mendigos e indigentes llegan de los; hospitales y los centros psiquiátricos, cuando la sintomatología que presentan no es muy aguda y no tienen otro techo bajo el que estar.

Aunque en el albergue está previsto un tiempo máximo de permanencia de medio año, algunos de los transeúntes llevan más de 30 años. Uno de ellos, que colabora en las tareas del comedor, cuenta que tiene buenos amigos entre quienes están en el albergue tanto tiempo como él o más; "de los otros, paso". Carmen lleva seis meses en San Isidro, es de Soria y ayuda a limpiar; "hoy estoy seria, me duele la cabeza y no quiero hablar". Dice que sí tiene amigos y amigas en el albergue, "pero siempre hay alguna gamberra por aquí".

En el patio, a las once de la maflana, hay quien dice que ha vis Lo a Drácula, quien empieza frases y no las termina, quien pasea, mira y busca alguien con quien hablar un rato.

"Aquí de lo que suelen hablar es de vino, mujeres y fútbol", dice la psicóloga Concha Elejabeitia. Cinco niñas, que se encuentran en el albergue con sus madres, juegan al futbolín.

En la sala de estar hay una pequeña biblioteca con 300 libros, en general novelas; y una televisión con vídeo donde se ponen, sobre todo, películas de policías o devaqueros. "No, yo no quiero contar nada. Me explico muy mal". Otro hace una mueca rara y mueve la cabeza indicando que él tampoco quiere hablar de su vida.

Albergues cerrados

Los albergues de San José, en Embajadores, 162; San Juan de Dios, en Herreros de Tejada, 3, y las Damas Apostólicas, en Santa Engracia, 11, permanecen cerrados durante agosto. Los dos primeros cuentan con 270 plazas para hembres; el de las Damas Apostólícas tiene 25 camas para mujeres. Los tres pertenecen a la Iglesia.

Abiertos todo el año sólo están el Albergue Municipal de San Isidro, actualmente en reforma para ampliar su capacidad a prácticamente el doble, y el de Santa María de la Paz, concebido más como residencia para quedarse con cierta continuidad que como un albergue de transeúntes. En este último existen talleres ocupacionales para que los albergados trabajen en cartón y plástico. Este tipo de actividades se implantará tarribién en el municipal cuando terrninen las obras de reforma.

El centro municipal de San Isidro empezó a acoger mendigos e indigentes después de la guerra civil. Carlos Ferrándiz, que es el jefe del cuerpo administrativo y lleva trabajando en el albergue desde 1956, comenta queen los últimos años son más los jovenes que llegan al albergue -la edad media de los transeúntes acogidos el año pasado es de sólo 39 años- y menos los mendigos: "Ahora ya no tenemos tanta gente que ejerce la mendicidad por la calle".

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