Anunciar féretros

La programación de la televisión privada italiana está basada en películas y cortometrajes. Baste pensar que en la semana del 11 al 18 de este mes de agosto, sólo las televisiones privadas de Berlusconi programaron 52 largometrajes y docenas de telecomedias.Eso ha hecho reaccionar a la RAI (televisión pública), que, por un lado, está programando, por ejemplo, películas casi de actualidad, y ha mitigado su censura hacia el sexo, aceptando por vez primera en su historia el desnudo integral femenino y, a veces, el masculino. También ha aumentado fuertemente todo lo que es televisión-espectáculo a...

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La programación de la televisión privada italiana está basada en películas y cortometrajes. Baste pensar que en la semana del 11 al 18 de este mes de agosto, sólo las televisiones privadas de Berlusconi programaron 52 largometrajes y docenas de telecomedias.Eso ha hecho reaccionar a la RAI (televisión pública), que, por un lado, está programando, por ejemplo, películas casi de actualidad, y ha mitigado su censura hacia el sexo, aceptando por vez primera en su historia el desnudo integral femenino y, a veces, el masculino. También ha aumentado fuertemente todo lo que es televisión-espectáculo aun a costa de gastarse cifras astronómicas como, por ejemplo, con Raffaella Carra, lo que ha motivado una llamada al orden de la Magistratura, por considerarlo un derroche de caudales públicos.

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Algunos sectores de la sociedad acusan a la RAI de que bajo el aguijón de la televisión privada está perdiendo su fuerza cultural y convirtiéndose, como se ha escrito irónicamente, en la "primera televisión privada" del país volcada más en lo espectacular que en lo auténticamente cultural y pedagógico.

El cambio más llamativo de la RAI radica en el ensanchamiento del espacio concedido a la publicidad. Mientras en 1976, cuando aún no había televisión privada, la RAI tenía sólo 19.000 interrupciones publicitarias al año, el cálculo para este año de 1986 es de 300.000, lo cual significa que cada 24 horas la RAI dedica casi ocho (7 horas y 56 minutos) a la publicidad, cuando en ningún otro país europeo supera las dos horas al día.

La televisión privada, por su parte, ha devorado todos los espacios posibles de publicidad, cosa que a la vez la ha dañado mucho, porque ver una película en una de las televisiones de Berliasconi, por ejemplo, es someterse a la tortura china de un promedio de una interrupción cada tres minutos. Y, además, se ha adueñado de temas de publicidad que eran tabú para la RAI como, por ejemplo, los alimentos para animales. La televisión de Berlusconi ha llegado a anunciar hasta féretros. De ahí que mientras las empresas que hacían publicidad en la RA-1 eran 300, en la de Berlusconi invierten 1.500.

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