Cartas al director

'Extremistas' y Suráfrica'

Un reportaje de este diario sobre Soweto, una década de disturbios raciales, firmado con las iniciales E. V. E, utilizaba con excesiva ligereza el calificativo "extremistas" para definir a aquellos que se oponen al régimen de apartheid impuesto por la minoría blanca a la mayoría del pueblo surafricano. Del uso que hacía el articulista de la palabra "extremistas" se podría desprender que lo que pretenden los opositores al apartheid, representados por el ANC (Congreso Nacional Africano), es implantar un sistema racista parecido, pero al revés, contra los blancos.Basta echar ...

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Un reportaje de este diario sobre Soweto, una década de disturbios raciales, firmado con las iniciales E. V. E, utilizaba con excesiva ligereza el calificativo "extremistas" para definir a aquellos que se oponen al régimen de apartheid impuesto por la minoría blanca a la mayoría del pueblo surafricano. Del uso que hacía el articulista de la palabra "extremistas" se podría desprender que lo que pretenden los opositores al apartheid, representados por el ANC (Congreso Nacional Africano), es implantar un sistema racista parecido, pero al revés, contra los blancos.Basta echar un vistazo a la prensa para darse cuenta de que quienes hoy luchan contra el régimen de Pretoria no se mueven por ese espíritu racista. El objetivo es acabar con un régimen fascista del que el racismo es la expresión más conocida, pero no la única.

Llamaba la atención la descalificación latente que había en el artículo de las diferentes formas de violencia. Resulta que en una situación de guerra, como a la que parece estar abocada Suráfrica, a un ejército se opone otro ejército, sin negar en ningún momento la necesidad de encontrar soluciones políticas. Esa violencia debe ser analizada en función de a quién sirve y no como algo abstracto. Es evidente que en Suráfrica no se debate si los negros deben o no tener pases especiales para moverse por el país, o si han de ir al parlamento, o si personas de diferente raza pueden contraer matrimonio. Lo que se debate es cómo acabar de una vez por todas con el apartheid. Que eso requiera violencia o no, depende de la resistencia que opongan los blancos en el poder, que, curiosamente, son los mismos que administran el país como si se tratase de una plantación de algodón y controlan toda la riqueza.

Si estar a favor de la mayoría negra en contra del racismo, por la liquidación del fascismo y por una verdadera transformaciones política y económica, es de "extremistas", nos encontramos con un país donde la inmensa mayoría de la población lo es.-

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