Cartas al director

De los actores

Con muy escasa frecuencia aparecen en nuestro país análisis escritos sobre la profesión del actor. Curiosamente, en marzo pasado se publicaron en la Prensa madrileña dos trabajos de ilustres escritores: Los que no son noticia (EL PAÍS, día 6), y El oficio de actor en España (Abc, día 22). El artículo citado en primer lugar lleva la firma de Ángel Fernández-Santos, quien en repetidas ocasiones se ha ocupado del tema con un conocimiento y un afecto verdaderamente atípicos.Recuerdo especialmente un artículo suyo, aparecido hace unos pocos años y en el que, con motivo del pase...

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Con muy escasa frecuencia aparecen en nuestro país análisis escritos sobre la profesión del actor. Curiosamente, en marzo pasado se publicaron en la Prensa madrileña dos trabajos de ilustres escritores: Los que no son noticia (EL PAÍS, día 6), y El oficio de actor en España (Abc, día 22). El artículo citado en primer lugar lleva la firma de Ángel Fernández-Santos, quien en repetidas ocasiones se ha ocupado del tema con un conocimiento y un afecto verdaderamente atípicos.Recuerdo especialmente un artículo suyo, aparecido hace unos pocos años y en el que, con motivo del pase por TVE de la película Mi tío Jacinto, dedicaba encendidos elogios al desaparecido Antonio Vico.

Mucha gente lo vio entonces por primera vez y se asombró ante el arte del eminente comediante. Habla Fernández-Santos en sus escritos de otros actores, de actores anónimos, de su eterna interinidad, de sus itinerancias, de su indefensión, de sus muchas miserias y escasas grandezas... En fin, pienso que se le nota a este escritor el cariño, la admiración y el respeto hacia un sector aún muy marginado.

La otra cara de la moneda es el artículo citado en segundo lugar, salido de la pluma de Francisco Nieva.

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Triste cara es ésta, por lo que en el comentario puede haber de auténtico, que, en mi opinión, no es todo. Yo quisiera comentar sólo algunos puntos, ya que el análisis completo del artículo sería demasiado largo. Es verdad que el actor español carece en muchos casos de la necesaria preparación, pero en la misma situación están -sálvese quien pueda- los demás profesionales que hacen el teatro. En esto estamos de acuerdo el señor Nieva y yo. En cambio no parece muy - adecuado hablar dé "interpretaciones de colegio" si recordamos el teatro -universitario o la compañía Lope de Vega, auténticas canteras de, primeras figuras respetabilísimas que aún hoy son. También parece cierto haberse producido un bache en cierto momento, una interrupción en la aparición de grandes intérpretes. La causa hay que buscarla -es evidente- en la desaparición de las compañías de repertorio. Dice el señor Nieva que los actores de formación anterior a nuestra guerra poseían altas cualidades; de acuerdo. Estos actores procedían sin excepción de las compañías de repertorio.

¿Cree de verdad el señor Nieva que la novísima generación va a tenerlo más fácil? Yo no lo veo así. Salvo la buenísima preparación que pueda obtener en las escuelas que puedan crearse, ¿dónde van a trabajar? ¿Ignora el señor Nieva la reciente fundación de la AJAT (Asociación de Jóvenes Actores Titulados)? Jóvenes actores desesperados diría yo, que tras haber terminado su preparación en el conservatorio no tienen escenarios donde practicar. Una joven compañera del reparto donde actualmente intervengo lleva ocho meses limitada a interpretar un papel cuyo único texto es: "sí, mamá", "no, mamá".

Es urgente que desde la Administración se fomente la compañía de repertorio y que se integren en ellas lo mejor de nuestros directores, actores y auténticos "hombres de teatro". Todavía quedan actores que pueden enseñar lo que saben, y los jóvenes podrán, a su lado, hacer distintos papeles, captar distintos públicos, pisar variados escenarios, observar "entre cajas".

No comparta la indignación de Flotats, señor Nieva. No es oro todo lo que reluce. Aquí y ahora todavía hay buenos intérpretes y magníficos profesionales. No hay tanta degradación. Y la que haya aún podemos remediarla.-

Actor.

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