El experimento industrial de Getafe

El Ayuntamiento ha logrado convencer a 250 empresarios para que creen nuevas empresas

El principio de toda esta historia fue el paro. "Es que", comenta el alcalde de Getafe, el socialista Pedro Castro, "con el cierre de Kelvinator se produjeron 2.400 parados, que son 2.400 familias con una historia de frustraciones y angustias detrás. Demasiado para un solo pueblo". Pero eso no fue todo, porque al margen de esta fábrica hubo en dos años, entre 1982 y 1984, otros 6.090 parados a causa de cierres y expedientes de empleo en distintas empresas.Ahora el futuro se contempla con más optimismo, porque el Ayuntamiento ha sabido dar con una clave que ha creado ya 1.400 empleos y hay otro...

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El principio de toda esta historia fue el paro. "Es que", comenta el alcalde de Getafe, el socialista Pedro Castro, "con el cierre de Kelvinator se produjeron 2.400 parados, que son 2.400 familias con una historia de frustraciones y angustias detrás. Demasiado para un solo pueblo". Pero eso no fue todo, porque al margen de esta fábrica hubo en dos años, entre 1982 y 1984, otros 6.090 parados a causa de cierres y expedientes de empleo en distintas empresas.Ahora el futuro se contempla con más optimismo, porque el Ayuntamiento ha sabido dar con una clave que ha creado ya 1.400 empleos y hay otros 3.500 más comprometidos, con 25.000 millones de pesetas de inversión en fábricas que van a empezar a construirse. El Gobierno ha tomado buena nota del experimento y proyecta un plan piloto para extenderlo a toda España.

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Getafe, en el cinturón industrial de Madrid, llegó a ser la hebilla, la más poderosa concentración industrial de esa sucesión de factorías que forman un inmenso anillo justo en el centro de España. La expansión de los años sesenta destinó a este enclave del sur de la capital lo más granado de las industrias metalúrgicas, y a su amparo creció un aluvión de torres de ladrillo con el afán práctico de que los obreros vivieran cerca de las fábricas. Puede que no fuera muy ecológico, pero todo el mundo iba tirando.

Ahora el pueblo entero guarda absoluto testimonio de aquella huelga general en solitario, realizada un día de mayo de 1982 para defender el empleo, en que Getafe resultó ser una ciudad paralizada, pero no muerta. Aquella ruina industrial tardaría todavía dos años en tocar fondo. Hoy viven aquí poco más de 130.000 personas, pero su tasa de paro casi duplica la media nacional.

La 'guerra' de la ZUR

Al alcalde de Getafe, un castellano de Tomelloso que se vino con 13 años a trabajar en el metal, todo el mundo le llama Pedro. La gente le va con sus problemas. Y él lo entiende. "Yo comprendo que cuando el ministro aprieta una tecla y le salen tres millones de trabajadores sin empleo es un gran problema, el más importante que tiene la economía, aunque no deja de ser una cifra. Pero mis 10.400 parados tienen nombre y apellidos, conozco sus dificultades, sé lo que les falta, porque hay casos de auténtica hambre física, y ya se sabe, donde no hay harina hay tremolina. Luego vete y acuéstate con eso".Para tapar las necesidades más agudas el Ayuntamiento destinó 27 millones de pesetas a becas de comedor en los colegios, creó un gabinete de sociólogos para intentar dar soluciones al problema del fracaso escolar, la droga y el alcoholismo e incluso se planteó la idea de montar comedores comunales.

La primera guerra que tuvo que enfrentar este alcalde fue la ZUR. Las noticias de que Getafe quedaría marginada de la zona de urgente reindustrialización madrileña provocaron un auténtico polvorín. Eso fue el 13 de junio de 1984. Ese día el alcalde y los 18 concejales del equipo de Gobierno, todos ellos socialistas, se encerraron en el Ayuntamiento y se declararon en huelga contra la Administración", algo que apenas trascendió porque se encontró pronto remedio. "Yo les dije a los concejales", confiesa Pedro Castro, "esto es como El Álamo. Estamos sitiados, y si hay que morir, se muere. El que quiera, que se vaya ahora, pero no se fue ninguno". Bastaron tensas conversaciones por teléfono con altas instancias, la amenaza de "dimitir y contarlo" y las razones que avalaban su petición para encontrar una solución que vería la luz en un decreto ocho meses después. Lo de la ZUR permitió ponerse manos a la obra, hacer un censo de naves vacías por la quiebra, hablar con todos y tomar las medidas al problema. El Ayuntamiento no tenía dinero y faltaba la materia prima, el terreno. Pero tuvieron una idea, poner en marcha una vía autónoma para crear empleo, porque un alcalde no debe ser sólo un buen gestor, tiene que buscar soluciones como sea".

De esta presión del paro surgió el invento de crear una Oficina de Promoción Industrial (OPI), en la que ahora trabajan siete personas (tres economistas, dos ingenieros, el arquitecto municipal y un auxiliar. administrativo) con la ayuda de un miniordenador para "llevar los datos". Este equipo de entusiastas enamorados de una idea, como dice el arquitecto, se puso a trabajar con los pies en el suelo. Estudiaron los modelos suecos de iniciativas locales, visitaron la ciudad inglesa de Dover para comprobar su experiencia y se pusieron a buscar empresarios como locos.

El instrumento del terreno fue obtenido de la SEPES (Sociedad Española de Promoción y Equipamiento del Suelo) después de largas negociaciones con Obras Públicas. Pero fue el ministro, Javier Sáez Cosculluela, quien inauguró el pasado 24 de febrero el nuevo polígono industrial San Marcos, 750.000 metros cuadrados que no tardaron en estar saturados de clientes. El Ayuntamiento sólo invierte 2.000 millones en infraestructura, pero ayuda con la eliminación de tasas a evitar la especulación del suelo. El metro cuadrado le sale al empresario a 2.400 pesetas, incluidos urbanización y saneamiento. El polígono no tiene ya un metro por vender cuando apenas han comenzado los desmontes, por eso se ha solicitado una ampliación para dar cabida a esas otras solicitudes con que cuenta el centro de gestión.

Esto es la OPI

La OPI lo hace todo, desde gestionar los trámites burocráticos y solicitar créditos y subvenciones, elaborar el plan de viabilidad y el de inversiones, hasta asesorar sobre las nuevas modalidades de contratación. "Muchos empresarios no leen el BOE y un alto porcentaje desconoce las ayudas que concede el Gobierno", explica el gerente de este centro de gestión municipal, Manuel García Archidona. Otros se desaniman ante tanto papeleo, pues para crear una empresa hay que realizar 17 complicadas gestiones burocráticas y otro sinfín de trámites menores. Ellos en dos meses lo consiguen.Sobre las tareas realizadas por este equipo de gestión llueven los elogios. "Esto no se encuentra en ningún sitio", afirma el joven empresario de Microacabados, una empresa que ha invertido 53 millones de pesetas y que exportará el 90% de las piezas de desembrague que produce.

Un directivo de Ceraten, una sociedad filial de Uralita y el Cedeti que intenta introducir la novedad de las cerámicas tenaces para usos industriales, comenta que existe el peligro de un Sur industrial en Getafe frente a un Norte elitista en Tres Cantos (Colmenar), a la sombra de la virguería de los chips, que va a producir esa sociedad de avanzada fruto del consorcio ole Telefónica con la multinacional AT&T.

Esa posibilidad no le preocupa a Antonio Ricardo, que destinará 640 millones a una nueva factoría de transformados de pescado, para quien las ventajas de comunicación de este polígono van a ser decisivas. En total son 220 empresarios comprometidos a invertir unos 25.000 millones de pesetas para dar empleo a 3.500 personas, que se suman a las 40 empresas que entre mayo y diciembre de 1985 aportaron 7.500 millones en crear otros 1.500 puestos de trabajo.

La OPI ha sido la pionera de la famosa ventanilla caliente, esa simplificación de la burocracia que ahora el Gobierno piensa estampar en un decreto. Después de tantas dificultades para poner en pie este modelo, el Consejo de Ministros quiere convertir antes de mayo la experiencia de Getafe en un plan piloto de la Comunidad de Madrid, cuyo objetivo fundamental es "hacer cada vez más operativo el proceso administrativo de creación y funcionamiento de empresas".

Este decreto, que viene a completar la simplificación de trámites regulada en marzo, va dirigido inicialmente a Getafe, Alcalá de Henares y Colmenar Viejo, pero estos centros de gestión "se extenderán a nivel nacional", según el borrador que ha elaborado el Gobierno.

En Getafe nadie sueña que esto vaya a poner punto final al paro, pero las preferencias de contratación están dirigidas a los jóvenes y a los mayores de 45 años, los dos colectivos más castigados. "Lo que sí es seguro", dice el alcalde, "es que cada familia del pueblo va a tener al menos uno de sus miembros con un puesto de trabajo".

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