Cartas al director

Razonablemente sí

Tengo la costumbre -buena o mala- de hablar con los taxistas mientras me hacen la carrera: una vez sobre la subida de tarifas, otra sobre el último atraco padecido, otra sobre la manifestación que está produciendo el caos de circulación... Da igual. Ayer le pregunté al de turno sobre el referéndum, y me contestó: "No me hable. Estamos todos locos. Yo creía que a los políticos -¡qué hay que ver cómo viven!- les elegíamos para que gobiernen y tomen decisiones, sobre todo en los asuntos peliagudos... Y ahora resulta que les tenemos que sacar nosotros las castañas del fuego".Pues sí, señores, ...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Tengo la costumbre -buena o mala- de hablar con los taxistas mientras me hacen la carrera: una vez sobre la subida de tarifas, otra sobre el último atraco padecido, otra sobre la manifestación que está produciendo el caos de circulación... Da igual. Ayer le pregunté al de turno sobre el referéndum, y me contestó: "No me hable. Estamos todos locos. Yo creía que a los políticos -¡qué hay que ver cómo viven!- les elegíamos para que gobiernen y tomen decisiones, sobre todo en los asuntos peliagudos... Y ahora resulta que les tenemos que sacar nosotros las castañas del fuego".Pues sí, señores, desgraciadamente los políticos han metido al país en tal atolladero que ahora somos los ciudadanos de a pie los que les tenemos que sacar las castañas del fuego.

Más información

El partido en el Gobierno, en vez de reconocer públicamente que se ha equivocado -lo que pienso que habría sido más rentable, desde un punto de vista electoral, para ellos-, después de pronunciarse como partido unánimemente en el Parlamento a favor de la OTAN, va y convoca el referéndum por no sé qué complejo o ética interna de partido.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

El partido de la leal oposición, que se dice alternativa de Gobierno, después de haber hecho profesión de fe atlantista siempre, en la calle y en el Parlamento, va y promueve la abstención.

Puede darse la paradoja -fruto de su paranoia por estar en el poder o por ambicionar el poder- de que ustedes hayan dicho sí en el Parlamento, y el pueblo, con mucha o poca abstención, diga no en las urnas el día 12. En ese caso, ustedes serían los únicos responsables. Lo malo es que los paganos seríamos todos..., y además tendríamos asunto OTAN para rato.

Yo quiero alzar mi modesta voz a quien quiera oír para decir que, a la vista de la inmadurez de nuestros políticos y de su visión de los más graves problemas con gafas exclusivamente partidistas, aquí los únicos que podemos sacarles del atolladero somos los ciudadanos de a pie, que, al parecer, somos los únicos capaces de hacer política de Estado.

Los ciudadanos de a pie que permanecimos tranquilos a la muerte de Franco, los que respaldamos la reforma política y la Constitución, los que hemos sido y seguimos siendo los verdaderos protagonistas del cambio del país.

Lo más sensato -o quizá menos insensato- que hemos oído al señor González Márquez en su triste peregrinaje mendicante de votos afirmativos para la OTAN, incapaz de disimular su mala conciencia, es eso de que si le queremos dar un voto de castigo, lo guardemos para las elecciones, pero que ahora votemos sí a la OTAN.

¿Y qué decir del visceralismo del señor Fraga, atlantista hasta la médula, promoviendo la abstención? Un político sometido a la permanente tentación de tomar decisiones dictadas por las hormonas de cualquier parte de su cuerpo menos por la cabeza difícilmente podrá convencernos de que su proyecto de alternativa va a cristalizar con él.

Por todo ello, a pesar del señor González y del señor Fraga, yo voy a votar sí. Pero mi drama personal es que busco un líder-.

Archivado En