Los candidatos, en la recta final de la campaña

NICOLE GUARDIOLA, Conscientes de que las grandes ciudades, y sobre todo Lisboa, que concentra cerca de un tercio del electorado, van a tener la última palabra en la decisión de los comicios de mañana, los tres principales candidatos a la presidencia de Portugal, Diogo Freitas do Amaral, Francisco Salgado Zenha y Mario Soares, apuran, en las últimas horas de campaña, el discurso dirigido a un público más politizado.

El candidato de la derecha ha bajado nítidamente el tono de sus ataques a los comunistas y a la izquierda en general: hay que tranquilizar, acreditar la idea de que un hombr...

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NICOLE GUARDIOLA, Conscientes de que las grandes ciudades, y sobre todo Lisboa, que concentra cerca de un tercio del electorado, van a tener la última palabra en la decisión de los comicios de mañana, los tres principales candidatos a la presidencia de Portugal, Diogo Freitas do Amaral, Francisco Salgado Zenha y Mario Soares, apuran, en las últimas horas de campaña, el discurso dirigido a un público más politizado.

El candidato de la derecha ha bajado nítidamente el tono de sus ataques a los comunistas y a la izquierda en general: hay que tranquilizar, acreditar la idea de que un hombre de derecha puede, en 1986, ser el presidente de todos los portugueses.

Para Soares, que ha centrado la última fase de su campaña en intentar unir a los socialistas y los socialdemócratas para modernizar el país y luchar contra la miseria, se trata de hacer renacer de las cenizas las esperanzas creadas en 1983 por el Hamado Bloque Central.

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Salgado Zenha es quien tiene el fin de campaña más tranquilo porque juega en casa, es decir, en la región donde el discurso que utilizó durante su campaña cuenta con la mejor acogida y con el apoyo, ahora claro y abierto, de los comunistas.

Con excepción de Freitas, superprotegido por el mayor aparato jamás puesto en campaña en Portugal, todos los candidatos tienen serios problemas de garganta.

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El ambiente callejero es parecido al que se registró en octubre, antes de los comicios legislativos. Es difícil apreciar, ante la indiferencia de los transeúntes, el efecto provocado por las ruidosas caravanas de coches, los carteles profusamente pegados en todos los espacios disponibles y que presentan, en su mayoría, las caras, sonriente, de Freitas o, hierática, de Zenha.

El primer ministro, el socialdemócrata Aníbal Cavaco Silva, ha cumplido, a rajatabla, lo prometido. No ha dejado en ningún momento que el Gobierno se vea envuelto en la campaña y ha quedado siempre claro que los ministros que han intervenido en mítines de apoyo a Freitas do Amaral lo han hecho en su calidad de dirigentes del PSID.

Zenha ha reafirmado su intención de respetar "la actual Constitución lusa", que limita los poderes presidenciales y de no interferir en las competencias del poder legislativo o del ejecutivo. Finalmente, Soares, que dijo al principio de su campaña, que "Cavaco Silva podría gobernar, pero no con el solo apoyo del PSD" si fuera él el próximo jefe de Estado, afirma ahora que garantizará la estabilidad del Gobierno, siempre que éste tenga el apoyo "necesario" del Parlamento de Lisboa.

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