Tribuna:

El referendum el Gobierno, la derecha y tú / 1

No hay contradicciones en la actuación del Gobierno socialista en lo referente al anunciado referéndum sobre la OTAN, dice el autor de este trabajo. Se trata, en su opinión, de una confusión orquestada, donde se ha cambiado el carácter de la consulta, se aplaza por cuatro veces el debate parlamentario sobre el tema y se acumulan las declaraciones disímiles del Gobierno y del partido.

Los nuestros son, es sabido, tiempos contradictorios. Es un dato a que ya nos hemos hecho. En el tema del referéndum sobre la pertenencia a la OTAN, empero, lo contradictorio reviste hace tiempo caracteres ...

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No hay contradicciones en la actuación del Gobierno socialista en lo referente al anunciado referéndum sobre la OTAN, dice el autor de este trabajo. Se trata, en su opinión, de una confusión orquestada, donde se ha cambiado el carácter de la consulta, se aplaza por cuatro veces el debate parlamentario sobre el tema y se acumulan las declaraciones disímiles del Gobierno y del partido.

Los nuestros son, es sabido, tiempos contradictorios. Es un dato a que ya nos hemos hecho. En el tema del referéndum sobre la pertenencia a la OTAN, empero, lo contradictorio reviste hace tiempo caracteres de confusión orquestada. El Gobierno emprendió tiempo ha una huida hacia adelante respecto de su compromiso electoral: ha cambiado el carácter de la consulta, presentándola como un plebiscito sobre su nueva fe atlantista, ha aplazado cuatro veces un debate parlamentario sobre política de seguridad, algunos de sus miembros afirman la innecesariedad de la consulta, otros hablan de que es imprescindible pero no vinculante ni aun en lo moral, mientras que el presidente del Gobierno multiplica su presencia en entrevistas en las que afirma su compromiso de celebrarla entre loas a la Alianza (que OTAN suena a algarada) y expresiones de confianza en la sensata madurez del pueblo español, convenientemente espoleada con la oferta de rebajar la presencia norteamericana y de mantener la hipotética desnuclearización del territorio. Añádase a lo anterior la amplia gama de declaraciones de portavoces de la derecha española (de Luis Solana a los representantes de Coalición Popular, pasando por Miquel Roca) insistiendo en que el referéndum es innecesario, puesto que el Parlamento es soberano; tener en cuenta la opinión del pueblo, garante último de la soberanía, rozaría -dicen- la inconstitucionalidad. La guinda la puso Ignacio Sotelo al acordarse de Maquiavelo: "Los ultrajes, rápidos y de una vez", o lo que es lo mismo, "referéndum, no; OTAN, sí y elecciones anticipadas", como propuso en su momento Boyer. Por si fuera poco, tras un tiempo de arrumacos e idilio entre bambalinas entre el líder del Ejecutivo y el de la oposición parlamentaria, Coalición Popular declara haber optado por la abstención activa poco después de que Benegas hablara de que "ciertos sectores de la derecha parecen tener miedo de consultar al pueblo". Como decíamos, confunde, que algo queda.Esa ceremonia de la confusión no es nueva. Lo sorprendente, sin embargo, es que haya hecho tan poca mella en la opinión pública, como demuestran las encuestas de opinión y la asistencia masiva a las acciones convocadas por el Movimiento por la Paz y la Coordinadora Estatal de Organizaciones Pacifistas (CEOP). Las encuestas de opinión siguen mostrando una "insubordinación sociológica" de la ciudadanía frente al poder, frente á la atlantización creciente de la política de defensa y seguridad del Gobierno. ¿Hay que recordar que en todas las encuestas de opinión los partidarios de salir de la OTAN superan a los partidarios de permanecer en una relación de dos a uno? Ese dato, persistente durante tres años, tiene mucho que ver con los aplazamientos y confusiones, con el agotamiento de los términos legales de convocatoria del referéndum y la indefinición sobre la pregunta. Se trataría de utilizar, mediante la confusión calculada, lo que refleja un reciente estudio del CIS (que parece monopolizar el PSOE): la existencia de un segmento de población afectivamente contrario a la Alianza pero sumido en la incertidumbre ante la posibilidad de que su no se interprete como crítica global al Gobierno. El lenguaje de la calle llama a eso miedo, miedo a que santa Encuesta abandone esta vez a la cúspide dirigente del PSOE; de ahí el secuestro de los datos del CIS.

Fácil réplica

Se suele acusar frecuentemente al Movimiento por la Paz de tener intereses y fuentes de financiación ocultos. Eso también forma parte de la estrategia de confusión. Nada más fácil de rebatir: desde el 20 de septiembre, los medios de comunicación conocen la planificación de la campaña de la CEOP, su intención, por ejemplo, de organizar un gran acto en Madrid a finales de febrero, así como el contradecálogo, las 10 razones para ser neutrales que vertebran su campaña explicativa. En cuanto al dinero, todas las cuentas de la campaña de la CEOP se entregarán al Defensor del Pueblo para su oportuna verificación. Esperamos con impaciencia igual claridad y disposición a presentar sus cuentas por parte del Gobierno. Y, lo que nos parece todavía más importante, esperamos que el Gobierno y la práctica totalidad de fuerzas parlamentarias expliquen por qué aceptan la permanencia en la OTAN en contra de la voluntad mayoritaria de los representados.

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Parece haber algo oscuro en la concepción de la democracia que manejan; de ahí que la resolución del tema del referéndum sea un auténtico termómetro de la salud democrática real de que goza el sistema surgido de la transición, de la Constitución no escrita.

Hay que reconocer, sin embargo, que las acusaciones al Movimiento por la Paz no suelen proceder directamente del Gobierno, sino de otros sectores. Una de las últimas lleva la rúbrica de Femando Claudín, paladín e intelectual orgánico de la OTAN desde hace más de un año; esta vez, empero, ha saltado al combate sin escudero y con una pieza de título infantil, Ni la Unicef, ni el lobo feroz, que esconde aviesas intenciones. Claudín polemiza con diversos textos: el contradecálogo de la CEOP y el documento que, a iniciativa del MPDL, firmaron numerosos socialistas. Usa, además, con cierta perversidad, textos de Zdanov, propios del estalinismo de guerra fría, un editorial de Mundo Obrero y las intenciones "de los demás pecés y otros grupos procedentes del mismo tronco marxista-leninista". Víctima del célebre síndrome de Torquemada que fanatiza al converso, sugiere subliminalmente que tras los que se manifiestan por la salida de la OTAN existen intereses activos que buscan beneficiar a la Unión Soviética. Esta es la razón de que confiese haber sido estalinista. Le sirve para detectar rasgos que pertenecen al "álbum de familia", como -sostiene- la afirmación' del contradecálogo de que "la OTAN no es el mundo libre", y para advertimos de los males que se derivarían de hacer caso de quienes sostienen eso. El objetivo final de Claudín sigue siendo justificar que la OTAN "es una alianza política y militar de los países democráticos que se hace necesaria para la actual situación mundial".

Claudín olvida, no obstante, aludir a uno de los rasgos más característicos del estalinismo: hacer decir al otro lo que no dice. En eso Claudín sigue siendo radicalmente estalinista, como demuestra el uso artero que hace de los textos a que alude. El punto cuatro de nuestro contradecálogo empieza, efectivamente, diciendo: "La OTAN no es el mundo libre", pero continúa así: "más bien hace cada día menos libre la parte del mundo bajo su dictado. Deforma parecida a su bloque antagonista, la Alianza Atlántica impone su voluntad a los gobiernos, ministerios y parlamentos de cada país miembro, sustrayendo el control de las decisiones sobre seguridad y defensa al ya bien corto alcance del voto ciudadano. El sistema bipolar deja muy estrechos márgenes para que las poblaciones de los países miembros elijan sus propias formas de vida y, de gobierno, desnaturalizando o ímpidiendo el verdadero ejercicio de la democracia". De la totalidad del texto no puede inferirse ningún apego a Zdanov como Claudín sugiere, lo que le permite luego sostener la nec esidad de defender el "imperfecto mundo libre" mediante la OTAN y la inevitable hegemonía estadounidense.

Lo que el texto afirma es que los bloques recortan notablemente la soberanía nacional y el ejercicio de la democracia. ¿No se nos dice que Canadá, EE UU, Bélgica, Alemania, han manifestado gran preocupación por nuestro referéndum? ¿No dijo Narcís Serra (EL PAIS, 20 de enero de 1985) que salir ahora de la OTAN podría provocar solicitudes de referéndum en países como Grecia o Dinamarca, y que eso debía evitarse? ,¿No son eso ejemplos de limitación de la soberanía?

Como decíamosen el punto 10 de nuestro decálogo, "reafirmándonos en nuestro rechazo mayoritario a la OTAN demostramos a quienes gobiernan, aquí y en cualquier otro país sometido a un bloque militar, nuestra voluntad de decidir nuestro futuro. La esperanza para la paz estriba en que los pueblos, en todas partes, decidan".

Al Gobierno no le basta con las veladas y burdas acusaciones de prosovietismo al movimiento por la paz para afrontar con éxito el referéndum. Se trata de cambiar, desde arriba, la Opinión de la mayoría de los ciudadanos, como ya se hizo con las bases del PSOE en el XXX Congreso, pero con una dificultad adicional: en este caso el control es menos férreo y no es tan alto el porcentaje de cargos en la Administración. De ahí que la actual campaña gubernamental tenga dos grandes ejes: contrarrestar la oferta del competidor y ofrecer rebajas a cambio del sí. Veámoslo por partes.

Claudín, Benegas, el propio Felipe González, intentan contrarrestar el sentimiento antiatlantista de la población con los siguientes argumentos: a) Tres años de OTAN no han recortado la soberanía; b) la salida de la OTAN tendría graves repercusiones en el equilibrio mundial; c) estar en Europa presupone estar en la OTAN; d) es mejor estar cerca de los centros de decisión y, además cambiar la Alianza desde dentro. Poco nuevo hay tras estos argumentos, tan defensivps que recuerdan el sabio aforismo escolástico excusatio non petita, acusalio manifesta, en especial en lo que atañe a la soberanía. ¿Confesar que es más fácil entrar que salir" no supone admitir que existen presiones y limitaciones? ¿Por qué tantas consultas, dimes y diretes con lord Carrington, Weinberger y demás? ¿Qué hizo el Gobierno para impedir que los planes de contingencia norteamericanos, firmados y autorizados por su presidente, contemplen el estacionamiento en caso de guerra de 32 bombas nucleares de profundidad en la base de Rota para uso de los aviones estadounidenses P-3 Orión? ¿Acaso pidieron permiso?

En cuanto a las repercusiones de nuestra salida, ¿quedaron desequilibrados los bloques con nuestra entrada en 1982? ¿Se produjo algún nuevo ingreso en el Pacto de Varsovia? No veo por qué debería suceder ahora lo que no se produjo entonces. Si se trata, como también se arguye, de incidir en las negociaciones de desarme, la neutralidad española podría constituir una buena baza para que los restantes países europeos pidieran, tras ser ésta efectiva, algo a cambio al otro bloque. La posibilidad de cambiar la Alianza desde dentro, va ligada, en la estrategia de la Internacional Socialista, a potencíar la unión europea occidental y a crear un tercer bloque. Lo que en castizo llaman ir de Guatemala a Guatepeor. Para estar más cerca de los centros de decisión me temo que tendríamos que formar parte de Estados Unidos y participar en sus elecciones presidenciales.

pertenece a la comisión de portavoces de la Coordinadora de Organizaciones Pacifistas para la Campaña Referéndum.

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