Cartas al director

En favor de las bases

Es 31 de diciembre; faltan pocas horas para que acabe el año. Entra Vicky en mi despacho, con su propietarío; viene a alquilar un piso. Vicky tiene 22 años; es rubia; es soldado. Ha sido destinada por el Gobierno de su país a la base de Torrejón. Vícky es de Pennsylvania; son las primeras Navidades que pasa fuera de casa...Empieza a nevar copiosamente; mira por la ventana los gruesos copos de nieve y se le ponen los ojos tristes... Yo le pregunto si añora su casa. "En estas fechas, mucho. En Pennsylvania está ahora todo cubierto de nieve; nunca he estado separada de mi familia; les echo mucho ...

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Es 31 de diciembre; faltan pocas horas para que acabe el año. Entra Vicky en mi despacho, con su propietarío; viene a alquilar un piso. Vicky tiene 22 años; es rubia; es soldado. Ha sido destinada por el Gobierno de su país a la base de Torrejón. Vícky es de Pennsylvania; son las primeras Navidades que pasa fuera de casa...Empieza a nevar copiosamente; mira por la ventana los gruesos copos de nieve y se le ponen los ojos tristes... Yo le pregunto si añora su casa. "En estas fechas, mucho. En Pennsylvania está ahora todo cubierto de nieve; nunca he estado separada de mi familia; les echo mucho de menos. Mi madre me ha dicho que vendrá en primavera; por eso quiero alquilar un piso, porque no se puede quedar en los acuartelamientos de la base, en donde comparto mi habitálción con otras, dos chicas, soldados como yo".

Yo me acuerdo de Pennsylvania, de mis maravillosos amigos americanos, que me invitaron a pasar un tiempo en su casa y se desvivieron por mí; dieron fiestas típicas con comidas y bailes, para que viera cómo vivían.

El precio de la libertad no es gratis; a Vicky le toca pagar el suyo. Por muy maravillosa que sea España no es el hogar. Los chicos de la parte española la miran mucho. A Vicky le gusta. "Son muy simpáticos; estoy tratando de aprender español, los chicos me gustan mucho. Estoy muy contenta aquí, la gente es muy amable.".

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Como Vicky hay muchos americanos en la base; son buenos, nobles, de costumbres sencillas. Quieren vivir en casitas, en pueblecitos de los alrededores, porque las multitudes les asustan... La base, que es como un vientre materno, les atrae; aquí hay gimnasio, tenis, piscina, cine... Aquí es como un trocito de América, donde la gente hace amigos pronto, porque somos todos parte de un todo, y nos llena de orgullo.

A los españoles nos tratan con cariño, con respeto; en seguida se acostumbran a pedir paella y a mezclarse con la gente... Yo creo que seremos unos 900 españoles trabajando en la base; nunca hemos tenido problemas con el cheque, ni suspensión de pagos, ni hemos tenido que ir a huelgas, ni hemos tenido problemas laborales.

Cuando veo las pintadas en el pueblo de Torrejón, que tanto debe a los americanos, o en ciertos barrios de Madrid en donde piensan que la base es un arsenal atómico y el señor Reagan Lucifer en persona, se me revuelve el estómago... ¡Qué bien explicó el señor Areilza la presencia de americanos en España! Y el ex director de la CIA, que dijo que "América no está obligada a hacer la defensa de España...", qué razón tiene. Toda esa gente que clama al cielo por la clausura de las bases me parecen como el que muerde la mano al que le da de comer. Yo no quiero sumarme a las colas del paro; llevo 20 años trabajando aquí y quiero seguir en mí puesto muchos años. Eso es lo que tememos los que trabajamos aquí, que un día se cansen los americanos de tantos agravios (como la recepción hostil que se le hizo al presidente, que es una persona digna de toda admiración y respeto) y se vayan...

Ese día será un día triste. ¿Adónde iremos los que llevamos tantos años trabajando en la base? ¿Qué será de nosotros? ¿Quién nos dará el pan que llevamos a nuestras casas? Siquiera por solidaridad con sus compatriotas, y aparte ya de trasnochadas ideas de imperialismo, yo pediría al pueblo español que fuese agradecido. Agradecido por el pan que nos dan a nosotros, por el bienestar que nos procuran con su presencia, agradecidos por hacernos sentir orgullo de ser españoles y, sobre todo, seres humanos, personas con dignidad... Y agradecidos por estar pagando el precio de esa libertad que los ecologistas creen que el gratis, que crece entre las hierbas del campo, y que crece en realidad alrededor de los silos atómicos, porque así lo ha querido la tecnología de hoy día.

Pagando el precio de nuestra libertad, a miles de kilómetros de casa, de los suyos... Yo me descubro en nombre de todos los españoles que trabajamos en la base, y estoy seguro que en el de tantos pequeños propietarios, comer,ciantes y otros que tienen relaciones con la base, y les digo, de corazón, "gracias".-

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