CAMBIOS EN EL MERCADO LABORAL

La lentitud de Europa

El pasado lunes tuvo lugar en la sede de la OCDE, en París, una conferencia internacional de alto nivel sobre "El papel de las grandes compañías en la creación de empleo y nuevas ernpresas".Presidida por el secretario general de la organización, Jean Claude Paye, y Umberto Agnelli, vicepresidente del grupo Fiat (230.000 empleados, 15 .000 mfflones de dólares en ventas), la reunión convocó a industriales tan poderosos como Kaspar V. Cassaní, presidente de IBM Europa (108.000 empleados, 13.000 millones de dólares); Curt Nicolin, presidente de ASEA (robots, 58.000 empleados, 4.000 millones de dól...

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El pasado lunes tuvo lugar en la sede de la OCDE, en París, una conferencia internacional de alto nivel sobre "El papel de las grandes compañías en la creación de empleo y nuevas ernpresas".Presidida por el secretario general de la organización, Jean Claude Paye, y Umberto Agnelli, vicepresidente del grupo Fiat (230.000 empleados, 15 .000 mfflones de dólares en ventas), la reunión convocó a industriales tan poderosos como Kaspar V. Cassaní, presidente de IBM Europa (108.000 empleados, 13.000 millones de dólares); Curt Nicolin, presidente de ASEA (robots, 58.000 empleados, 4.000 millones de dólares); William Norris, presidente de Control Data Corporation (ordenadores, 60.000 empleados, 5.000 millones de dólares); Michel Pecqueur, presidente del Elf-Aquitaine (petróleo, industrias químicas, 67.000 empleados, 19.000 millones de dólares); Mario Schimberni, presidente de Montedison (industrias químicas, energía, 70.000 empleados, 7.000 millones de dólares), y Patrick Sheehy, presidente de BAT (tabaco, papel, comercios, 222.000 empleados, 19.000 millones).

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Junto a ellos se reunieron siete expertos procedentes de Europa y EE UU, entre los que se encontraban Malcolm R. Lovell, de la George Washington University, y el director para asuntos sociales de la OCDE, J. R. Gass.

Una persistente crítica a los aparatos burocráticos del Estado, las trabas administrativas y las dificultades de los gobernantes políticos europeos para traspasar la mentalidad nacional y emprender políticas supraestatales fue el argumento en que se producía la mayor sintonía.

Por lo demás, una constante invocación de los modelos y comportamientos norteamericanos parecía obsesionar a la mayoría de los líderes empresariales del antiguo, continente. Williams resumía la preeminencia norteamericana arguyendo que las reglas de juego (mercado financiero, nuevas tecnologías, ductilidad y descentralización) las había marcado EE UU. "Europa", aseguraba, "no sufre de arteriosclerosis. Simplemente, ha de aprender este nuevo juego que se le ha impuesto". Y Agnelli concedía: "Sí, Europa está acomodándose a los tiempos, pero ¡es tan lenta!....".

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