Una visita baldía

CINCO DÍASLa reciente visita a España del presidente de la Comisión Europea, Jacques Delors, ha significado una brillante ocasión diplomática si se emplea el término en su aspecto más superficial y tópico: ha recibido una condecoración por la voluntad de entendimiento demostrada durante el largo y complicado proceso negociador, ha pronunciado una conferencia de porte intelectual y ha ten¡do oportunidad de mantener un am plio cambio de impresiones con el presidente del Gobierno. Pero al margen de las satisfacciones personales recibidas, es fácil que haya regresado a su lugar de origen con la se...

CINCO DÍASLa reciente visita a España del presidente de la Comisión Europea, Jacques Delors, ha significado una brillante ocasión diplomática si se emplea el término en su aspecto más superficial y tópico: ha recibido una condecoración por la voluntad de entendimiento demostrada durante el largo y complicado proceso negociador, ha pronunciado una conferencia de porte intelectual y ha ten¡do oportunidad de mantener un am plio cambio de impresiones con el presidente del Gobierno. Pero al margen de las satisfacciones personales recibidas, es fácil que haya regresado a su lugar de origen con la sensación de que el viaje no ha servido para avanzar mucho en el acercan-fiento real entre la CEE y el país que va a convertirse en uno de sus 12 miembros dentro de 10 semanas.Delors se pronunció a favor de que España no sea contribuyente neto a los presupuestos comunitarios y se mantenga la neutralidad prevista en el tratado de adhesión, lo cual equivale para 1986 a un ahorro de 23.000 millones de pesetas sobre lo previsto en este momento. Pero la Comisión que preside no podrá aportar en la resolución de este tema otra cosa que buenos oficios, ya que la decisión final corresponde al Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores. (...)

22 de octubre