Tribuna:

Los pólipos y el cáncer

Cuando surge un tumor benigno o maligno que afecta a uno de los personajes de prestigio mundial y lo divulgan los medios de comunicación, se reaviva la curiosidad internacional por la lesión que afecta al personaje y, de ella, se pretende conocer el máximo de los detalles. Como cirujano oncólogo de la Asociación de la Prensa, en permanente ejercicio, recibo muchas preguntas, de periodistas e intelectuales fundamentalmente, sobre las características del proceso patológico que ha saltado al primer plano. El protagonista es, en este caso, el presidente Reagan, quien estaba previsto que fuese oper...

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Cuando surge un tumor benigno o maligno que afecta a uno de los personajes de prestigio mundial y lo divulgan los medios de comunicación, se reaviva la curiosidad internacional por la lesión que afecta al personaje y, de ella, se pretende conocer el máximo de los detalles. Como cirujano oncólogo de la Asociación de la Prensa, en permanente ejercicio, recibo muchas preguntas, de periodistas e intelectuales fundamentalmente, sobre las características del proceso patológico que ha saltado al primer plano. El protagonista es, en este caso, el presidente Reagan, quien estaba previsto que fuese operado anoche de un pólipo benigno.Los pólipos benignos suelen pertenecer a dos grupos: los adenomatosos y los adenomas vellosos. Ambos son lesiones precancerosas. No sabemos que Reagan haya padecido antes problemas intestinales -salvo el pólipo benigno que le extirparon-. Por eso, cabe descartar la tercera enfermedad que pudiese originar esta indicación operatoria y que sería la poliposis familiar, que es otra enfermedad intestinal, precisamente del intestino grueso, precancerosa también, que generalmente se hereda con caracteres dominantes, siguiendo las reglas de Mendel.

No nos hablan de la localización exacta del pólipo que afecta a Reagan. Nos dicen que es en el intestino. Pero la zona más aflectada, por implantación en la misma del 50% de los pólipos, es la ampolla rectal. Por encima de la porción llamada recto-sigmoide, sólo asientan el 21% de esos pólipos benignos. La lesión, presumiblemente, se encuentra a menos de 25 centímetros del año.

Fue un especialista con el mismo apellido de Reagan quien, en 1963, impulsó de manera especial los estudios de este tipo de lesión, en la Sociedad Americana de Lucha contra el Cáncer.

Reagan eligió el día y la hora para la operación quirúrgica. La razón es que la intervención es sencilla. Se hace por vía rectal con un sigmoidoscopio que lleva incorporado un sistema eléctrico para electrocoagular la unión a la cara interna del intestino. El presidente Reagan quedará una noche en el hospital. Lo hará porque sus médicos revisarán todo el resto del intestino. El control de deposiciones y los antibiáticos servirán para recuperar al presidente pasadas muy pocas horas. Es un posoperatorio sencillo, compatible con el estudio de algunos problemas, e incluso con tomar decisiones.

Hay una gran lección en el presidente, aplicable a muchísima gente. Reagan se sometió a una revisión general en el mes de marzo de 1985, como lo hace todos los años. Hizo el gesto médico que deben hacer millones de personas. Al menos, aquéllas que después de algunos estudios se clasifican como predispuestas, o que tienen síntomas, y que ya pueden tener mucho interés a partir de los 45 años. Esa es la manera de hacer diagnóstico precoz y detección precoz de los tumores. Así se pueden curar casi el ciento por ciento de ellos.

Durante la revisión se descubrió que el pólipo del presidente Reagan es benigno: nunca se hace el diagnóstico de un pólipo si no se practica una microbiopsia por si hubiese degenerado en un cáncer, también de manera precoz. Este proceder es rutinario. De haber sido maligno, se hubiese operado ya entonces, porque las posibilidades en la curación eran muy numerosas.

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La Casa Blanca comunica también el cuadro clínico de Reagan. Dice lacónicamente: "No sufre molestias ni otros síntomas de enfermedad". Y es que los síntomas del pólipo son anodinos en los primeros estadios. Ni siquiera hay una sintomatología clínica específica cuando el pólipo se ha malignizado y se ha hecho un cáncer en primeros estadios. Ni siquiera entonces. La sintomatología es vaga e intermitente. En esos casos, se aprecia astenia, pérdida de peso, variación en los hábitos de evacuación altemando entre los despeños diarreicos y el estreñimiento. Más tarde, pueden surgir mínimas hemorragias que requieren investigaciones químicas.

He aquí algunas enseñanzas del diagnóstico precoz de los tumores por la detección precoz de los mismos y por el perfecto conocimiento de las lesiones precancerosas. La medicina preventiva en Estados Unidos es ya una norma: es la mejor de las medicinas.

Los tumores de la misma localización que el pólipo del presidente cuestan 50.000 muertos al año en su país. El régimen alimentario juega un gran papel en la prevención de este tumor, en la prevención misma del pólipo. Pero en la curación, la clave está en la detección precoz.

El doctor

es cirujano del Instituto Nacional de Oncología y cirujano de la Asociación de la Prensa.

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