Los viajeros de trenes de cercanías siguen sufriendo constantes retrasos año y medio después de un acuerdo con Renfe

"El tren 22444, que debía llegar a Fuenlabrada a las 15.50, ha llegado a las 17.30 debido a un retraso. Certifico para que conste y a efectos laborales". Francisco Ramírez, vecino de Fuenlabrada, viajero habitual de los trenes de cercanías que llegan a Atocha, en Madrid; ha tenido la paciencia de reunir en 18 meses decenas de justificantes firmados por los jefes de estación. Quiere demostrar "el desprecio con que la compañía trata a los viajeros de cercanías". Renfe reconoce que los retrasos continuarán otros 18 meses, pese al acuerdo alcanzado en enero de 1984 entre una comisión de usuarios y...

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"El tren 22444, que debía llegar a Fuenlabrada a las 15.50, ha llegado a las 17.30 debido a un retraso. Certifico para que conste y a efectos laborales". Francisco Ramírez, vecino de Fuenlabrada, viajero habitual de los trenes de cercanías que llegan a Atocha, en Madrid; ha tenido la paciencia de reunir en 18 meses decenas de justificantes firmados por los jefes de estación. Quiere demostrar "el desprecio con que la compañía trata a los viajeros de cercanías". Renfe reconoce que los retrasos continuarán otros 18 meses, pese al acuerdo alcanzado en enero de 1984 entre una comisión de usuarios y el jefe de la 1ª y 2ª Zona de Cercanías.

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Año y medio después de aquel acuerdo, la situación para los viajeros de cercanías no ha variado Los enfrentamientos con los empleados de Renfe son casi constantes, siempre provocados por la impaciencia y la indignación de centenares de personas que llegan tarde a sus lugares de trabajo por la mañana y regresan con una hora u hora y media de retraso a sus hogares en las ciudades dormitorio de la periferia sur.Francisco Ramírez, Ricardo Galiano, vecino de Parla, Nemesio Ruiz, Petronilo Fernández o Nicolás Iglesias, de Fuenlabrada, son algunos de esos miles de usuarios "aburridos y cabreados al máximo", según sus propias palabras, "por la absoluta falta de respeto" con que les trata Renfe. "Es desesperante que salgas del trabajo con ganas de llegar a casa y comer y descansar un rato y tengas que pasar media hora esperando, o una hora, o 50 minutos, y así un día y otro, aguantando un calor terrible en verano o frío en invierno". Varios de los pasajeros consultados manifestaron que uno de los problemas añadido a esta situación, y muy grave, es que están comenzando a tener dificultades en sus empresas. Allí lo importante es el retraso a la hora de fichar y no su posible justificación.

A ese estado de cosas, cada día más crispado, se une la falta de entendimiento entre viajeros y empleados de Renfe. Los primeros se quejan del, trato que reciben de la compañía, y denuncian lo que califican de actitud mezquina por parte de los empleados: justificantes de retraso firmados pero en los que el jefe de estación olvida poner la fecha, escritos a veces con letra ininteligible; revisores que, durante varios días de los que siguen a algún incidente motivado por los retrasos, extreman su celo y exigen el billete cuatro y cinco veces en un recorrido de 20 kilómetros; intercambio de improperios, y avisos por megafonía que no se entienden en absoluto.

El 3 de junio pasado, un empleado de la compañía advirtió por la megafonía de la estación de Atocha que el retraso de un tren era consecuencia de la actitud de unos "alborotadores", lo que motivó la airada respuesta de un viajero, que pidió y obtuvo el permiso para explicar por los altavoces que los viajeros no eran los causantes, sino las primeras víctimas de la situación. En otra ocasión, la tensión alcanzó caracteres de desafío: un grupo de viajeros ocupó la vía para protestar por los retrasos y el maquinista de un tren, se supone que obedeciendo órdenes, continuaba avanzando a marcha lenta.

Preferencia a cercanías

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Durante todo 1983 se registraron incidentes escalonados, cada vez más graves, hasta que, en una reunión que una comisión de viajeros mantuvo con el jefe de la 1ª y 2ª Zona de Cercanías de Renfe, Juan Manuel Ceballos, se acordaron medidas sobre la limpieza de los trenes, mejora del trato a los usuarios y preferencia de paso de los trenes de cercanías sobre los de largo recorrido. Para los viajeros, ninguna de estas promesas se ha cumplido.Juan Manuel Ceballos reconoce que los retrasos se siguen produciendo y continuarán hasta el final del año próximo, cuando concluyan las obras del Plan de Cercanías. No obstante, afirma "las medidas parciales que hemos adoptado proporcionan mayor regularidad al tráfico". Ceballos niega que los trenes de largo recorrido conserven la primacía sobre los de cercanías: "El acuerdo se ha cumplido", asegura, "sobre todo entre las seis y las 9.30 de la mañana, las horas punta para ir al trabajo. Pero, en ocasiones, en el estrechamiento de Villaverde se juntan trenes procedentes de Aranjuez, Parla y Fuenlabrada, todos de cercanías, y alguno tiene que salir el último".

En cualquier caso, según el jefe de cercanías, hay que buscar otras responsabilidades. "Hay que saber", interroga, "quién ha permitido que Fuenlabrada, por ejemplo, pase de 10.000 a 100.000 habitantes en pocos años sin haber previsto carreteras de acceso y medios de transporte suficientes".

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