Editorial:

Nubarrones sobre la economía española

LAS ESPERANZAS del mundo occidental de que la locomotora estadounidense tirase de las restantes economías se han ido desvaneciendo. En las últimas reuniones internacionales ya se ha pedido que Europa tome el relevo, pero si ésta en general no está para muchas florituras, menos aün lo está España. Durante la primera parte de la legislatura socialista, el ejecutivo se propuso ajustar las estructuras productivas con el máximo rigor, para luego aprovechar el tirón norteamericano y la reactivación mundial. Ya es evidente que ese objetivo no ha sido alcanzado y que nos encontramos en un momento de d...

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LAS ESPERANZAS del mundo occidental de que la locomotora estadounidense tirase de las restantes economías se han ido desvaneciendo. En las últimas reuniones internacionales ya se ha pedido que Europa tome el relevo, pero si ésta en general no está para muchas florituras, menos aün lo está España. Durante la primera parte de la legislatura socialista, el ejecutivo se propuso ajustar las estructuras productivas con el máximo rigor, para luego aprovechar el tirón norteamericano y la reactivación mundial. Ya es evidente que ese objetivo no ha sido alcanzado y que nos encontramos en un momento de desánimo. El cierre del ejercicio 1984 permitió un enjuiciamiento moderadamente optimista, basado en la conclusión de que algunas de las medidas estabilizadoras (descenso de la infláción, saldo positivo de la balanza por cuenta corriente y reducción en términos relativos del déficit público) estaban empezando a producir resultados tangibles. Sin embargo, la circunstancia de que la tasa de desempleo continuara creciendo, en porcentajes incluso superiores al año anterior, era un fuerte contrapeso.A medida que ha ido avanzando 1985, las sombras comienzan a predominar sobre las luces: la inflación ha repuntado, el paro no cesa, la inversión y el consumo privado no acaban de remontar. Señalemos, sin embargo, que las incertidumbres creadas por una información estadística primaria y tardía dificultan una conclusión firme sobre las tendencias en curso. En cualquier caso, el llamado índice de malestar (suma de la tasas de inflación y desempleo) es superior en España a casi todos los países europeos. Además, el proyecto de ley para reformar el régimen de las pensiones ha suscitado fuertes protestas en el movimiento obrero organizado y ha enfrentado al Gobierno con la UGT. La oposición a los planes del ejecutivo sobre las pensiones expresa además el descontento de cualificados sectores de la militancia socialista frente a una política de ajustes econonómicos sin contrapartidas sociales.

Ante el enfriamiento de la economía americana y el escaso tirón de las exportaciones en este ejercicio, el Gobierno ha modificado el rumbo de su política económica con medidas fiscales dirigidas a estimular, la inversión y el consumo. Además ha reajustado sus objetivos macroeconómicos: el crecimiento, estimado incialmente en un 3%, ha quedado reducido a una cifra entre el 2,1 % y el 2,6%; la inflación prevista del 7% ha sido incrementada en un punto; la inversión ha pasado del 5,5% al 4% y el consumo del 1,3% al 1%. Tras la publicación de la encuesta de población activa del primer trimestre del año, que rozaba los tres millones de desempleados, no se han formulado previsiones oficiales sobre el empleo pero el ministro de Trabajo ha indicado ya que se superará ese techo.

El que el ministro de Economía haya utilizado las plataformas empresariales para exponer sus últimas ideas y apenas mantenga contactos con los sindicatos revela una falta de sensibilidad política en el Gobierno. Para trabajadores y parados no resulta comprensible que el importante crecimiento del excedente empresarial logrado gracias a la política de ajuste no se materialice en un incremento del empleo. Si la moderación salarial, la liberalización del mercado de empleo, la privatización de empresas rentables y el aumento de los beneficios siguen sin traducirse en la creación de puestos de trabajo, la política económica del Gobierno socialista carecerá de justificación para sus electores y aparecerá ante la opinión pública como una simple variante mal aplicada de la política liberal-conservadora.

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