Tribuna:

El futuro de la izquierda

El pasado de la izquierda no debe condicionar su futuro, dice el autor de este trabajo, que examina los nuevos elementos que condicionan el porvenir de la sociedad industrial desarrollada. El diálogo Norte-Sur debe complementarse .Con el papel de las economías medias y la respuesta a los. límites de la sociedad del bienestar. Es preciso, en su opinión, adecuar nuevas soluciones al equilibrio entre calidad y fines del desarrollo, reformar la intervención pública y encontrar un nuevo modelo estatal donde ya no se dé la paradoja de que mientras crece el producto industrial también lo haga el paro...

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El pasado de la izquierda no debe condicionar su futuro, dice el autor de este trabajo, que examina los nuevos elementos que condicionan el porvenir de la sociedad industrial desarrollada. El diálogo Norte-Sur debe complementarse .Con el papel de las economías medias y la respuesta a los. límites de la sociedad del bienestar. Es preciso, en su opinión, adecuar nuevas soluciones al equilibrio entre calidad y fines del desarrollo, reformar la intervención pública y encontrar un nuevo modelo estatal donde ya no se dé la paradoja de que mientras crece el producto industrial también lo haga el paro de los trabajadores.

No creó que la estrategia de las izquierdas europeas -y, por tanto, de los partidos comunistas- pueda consistir, en un próximo futuro, en una prolongación, puesta al día, de las políticas que se siguieron en el pasado.En los últimos 15 años se ha venido produciendo en las sociedades capitalistas una imponente reestructuración. Desde cierto punto de vista, la reestructuración es una respuesta a los grandes movimientos sociales que se han producido en el mundo a lo largo de los años sesenta: movimientos antiimperialistas, movimientos de progreso social, movimientos de emancipación humana. Por otro lado, las reestructuraciones capitalistas representan la aceleración y el desarrollo de tendencias anteriores.

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1. Me refiero sobre todo a los niveles alcanzados por la carrera de las armas nucleares. Hemos llegado a un punto -por parte de Estados Unidos- en 'el que ya planeamos abiertamente la llamada guerra de las galaxias. Conocemos el largó desarrollo de las doctrinas políticas y de las teorías jurídicas que en el curso de los siglos han motivado y justificado la acción destructora de la guerra como método de regulación de los conflictos humanos a falta de una autoridad mundial; por tanto, a su manera,_ presentaron y justificaron la guerra como un orden. El nivel alcanzado hoy por el armamento nuclear anula tales teorías, es. decir, borra ya la manejabilidad del instrumento bélico, nuestro dominio sobre él, y borra la calculabilidad de sus consecuencias y convierte incluso en inimaginable, el tipo de orden que podría resultar de seme jante holocausto.

2. Se está cumpliendo el proceso de formación de una economía mundial que ha tenido como protagonistas a las transnacionales. Estos grandes oligopolios capitalistas han llevado a cabo una centralización cada vez mayor de los cerebros de la empresa y, al mismo tiempo, una descentralización, a un nivel que ya es mundial, de las partes básicas del proceso de producción y de comercialización.

Se perfila el advenimiento de lo que se ha llamado sociedad de la información a través del desarrollo imparable de la electrónica, su entrelazamiento con la industria espacial, la puesta en marcha de nuevos sistemas de telecomunicación y de información y la transformación de la industria cultural. De esta manera, están entrando en crisis los paradigmas (tipos) clásicos del industrialismo -moderno. Y están convirtiéndose en mercancía esferas de la reproducción social que anteriormente -a través de la consolidación de los Estados nacionales-, al menos en gran medida, se salvaban de acabar con forma de mercancía (como el sistema educativo, por poner un ejemplo). La pequeña pantalla parece ser el protagonista de esta nueva sociedad de la información.

De, lo que deriva un cambio cualitativo, por llamarlo así, en los ritmos y en los flujos del desarrollo., Anteriormente -es decir, a lo largo de todo un período del industrialismo, moderno-, de alguna forma, el proceso de difusión- industrial podía difundirse de un país más adelantado a un país menos ,adelantado a través de la mediación específica y fuerte llevada a cabo por los Estados nacionales. Estos Estados se apoyaban en un espacio nacional propio (mercado interior), con frecuencia protegido -o defendido de alguna manera- para la introducción, extensión, desarrollo e integración de la imtación de la innovación ocurrida en otro lugar. A partir de estas bases, los Estados podían expandirse y consolidarse económica y culturalmente, también en sectores del mercado internacional, y hacerse con un espacio (relativo) de autonomía. En cambio, hoy día se perfila. no solamente el riesgo de un agravamiento del dramático abismo entre el Norte y el Sur, sino también el de un desplazamiento, el de un declinar de los países medios. Éstos -por ser como son- parecen incapaces de mantenerse ante las nuevas dimensiones internacionales del producto información y ante su dominio en el nuevo industrialismo. Y se hallan expuestos a profundos. fenómenos de desnacionalización ante la invasión de las empresas transnacionales de la información en ámbitos que afectan gravemente a la autonomía de la cultura, -al sistema educativo, a la formación de lo imaginario colectivo, a las formas y contenidos de la actividad política misma, es decir, el rostro más profundo de1as comunidades nacionales.

De estas modificaciones concretas es de donde yo veo surgir el límite de las dimensiones nacionales, en las que hasta ahora se ha desarrollado una gran parte de la lucha del, movimiento obrero y de la, izquierda europea.

OBREROS SIN PATRIA

Creo que sería un grave error subvalorar el peso que ha tenido el enraizamiento nacional del movimiento obrero europeo a lo largo del presente siglo. No es casualidad el que los grupos dirigentes burgueses, durante muchísimo tiempo, obstinadamente, hayan tendido a presentar a las organizaciones obreras como sin patria. De esta manera, aquéllos tendían a excluir a las organizaciones obreras de las formas históricas concretas que en la zona más avanzada del mundo había ido asumiendo el desarrollo de la civilización, y eran llevados a presentar al movimiento obrero como mero subversismo o como una suma heterogénea de intereses corporativos, al ser incapaz de cumplir una función de guía y de transformación de las comunidades nacionales.

Así, a medida que se iba saliendo de las visiones mitológicas de la redención obrera o al menos de filosofías de la historia providenciales, daba comienzo el largo camino de los partidos comunistas y de los sindicatos obreros para el, reconocimiento (uso un término empleado por Antonio Gramsci) de los distintos terrenos nacionales y para la construcción de,bloques dirigentes nuevos.

Pero este enraizamiento nacional de los partidos obreros y populares en los distintos países de Europa se ha enlazado con otro gran acontecimiento: el resuItado del segundo conflicto mundial, que dio como vencedores reales a las dos superpotencias emergentes del planeta, Estados Unidos y la Unión Soviética.

Así pues, en la segunda posguerra y ya dentro del marco de la nueva estructura bipolar del mundo, de la carrera mundial de armamentos nucleares, de la intensificación de la mundialización de la economía tomaron consistencia las políticas del welfare State, en las que participaron y fueron protagonistas los partidos y los sindicatos obreros de Europa occidental, y las experiencias de participación de la izquierda en Gobiernos locales y en la construcción de amplios frentes progresistas en los distintos países.

Conocemos lo que esas estrategias de Estado social han dado -en medida y formas distintas, según los países- en cuanto a progreso y promoción social de las clases subalternas, en cuanto al aumento de los niveles de renta y garantías de empleo, en cuanto a procesos de democratización y también como factores de distensión a escala internacional. Y sin embargo, conocemos también los límites graves y profundos de esas políticas de welfare; en efecto, han quedado encerradas en los estrechos límites de la redistribución de la renta y de los servicios sociales, sin incidir en la esfera de las grandes decisiones productivas, que permanecen en manos de los oligopolios capitalistas.

Existe. toda una literatura que ha analizado las experiencias del welfare State llevadas a cabo, en Europa occidental y que ha explicado cuáles son estos límites a través, sobre todo, de la debilidad de los instrumentos de intervención en el Gobierno de la producción en el interior de cada Estado nacional. Yo hoy pondría el acento más sobre la incapacidad del Estado social en su intento. de incidir sobre los mencionados factores internacionales externos (militares, políticos, sociales) a que me refería antes. Es probable que determinadas fuerzas de izquierda en Occidente hayan llegado a dotarse de una posibilidad de Gobierno en Estados nacionales individuales, justamente cuando tales Estados veían cómo el uso gastaba sus instrumentos frente a las nuevas condiciones de la situación mundial.

Así pues, se hace necesario un nuevo internacionalismo como dimensión necesaria para dar una respuesta a la crisis.

Sabemos, sin embargo, por experiencia, que es improductivo esperar que el nuevo horizonte internacionalista se nos abra por sí mismo objetivamente. Para ello es esencial que se produzca una iniciativa política concreta, un proyecto consciente, en los proyectos reales y en las contradicciones que derivan de los conflictos.

Por ello voy a tratar de indicar tres terrenos, a los que llamaré campos de iniciativa y de transformación.

El primer campo de iniciativa y de transformación sería la lucha para conquistar un poder que incida sobre las decisiones referentes al armamento nuclear. Debemos preguntarnos lo siguiente: dentro del actual proceso de mundialización de las estructuras económicas y culturales, ante las inauditas máquinas militares existentes, ¿qué lugar y función puede tener hoy la entidad Estado-nación? ¿En qué medida esta entidad puede expresar todavía un poder independiente? ¿Y hay soberanía fuera del poder sobre la guerra y la paz, y cuando la guerra puede incluso convertirse en holocausto atómico?

LA 'DOBLE LLAVE'

En el prolongado debate que se ha desarrollado en el seno del bloque atlántico sobre el control de los euromisiles se ha hablado de doble llave. A mí -lo confieso-, la metáfora me. parece al mismo tiempo grotesca y sarcástica. En el corazón de Europa, en el Oeste y en el Este, están instaladas ya armas atómicas que tienen un tiempo de recorrido hasta el objetivo que oscila entre los cinco, los siete y los 10 minutos: mudos, anónimos instrumentos que se lanzan a una increíble carrera contra el tiempo; un haz de voluntades mecánicas extremadamente racional dirigido a golpear de lleno, como en un soplo, podríamos decir, el corazón de la fuerza del adversario. Y cada instante puede ser decisivo. Científicos de gran autoridad han previsto incluso, para el futuro, escenarios, de señales, mensajes, decisiones totalmente automáticos: casi máquinas autosuficientes que puedan decidir sin el hombre para llegar un instante antes en la tarea de aniquilación del, adversario.

No sé si este alucinante resultado de la racionalidad científica moderna está ya a punto. Sé que el orden, los dispositivos, los tiempos de estos aparatos convierten en superflua la idea de una llave doble.

Se ha hablado de consultas entre los amos efectivos de esas máquinas y los países llamados anfitriones. Pero ¿es posible consulta alguna en esos instantes? ¿Y con qué, informaciones, con qué datos? Y en caso de no llegarse a un acuerdo, ¿quién decide, dada la actual y grave desigualdad de poderes, de aparatos, de conocimientos, de apoyos que existe en el mundo de hoy?

¿Podemos responder a este inaudito poder oligárquico yendo a su terreno, es decir, alineando en el campo de batalla -como Europa occidental- un contraarmamento nuclear que restablezca las relaciones de fuerza y permita incidir en los equilibrios y en los acontecimientos que tienen que ver con este poder? Si Europa respondiese que sí a tal pregunta, se convertiría en cómplice real de la aceleración de la carrera armamentística nuclear, con todas las terribles implicaciones que derivan de ella.

Peror.si descartamos -es lo que yo pienso- este camino, tan plagado de consecuencias, tenemos que ser conscientes de que la exigencia de una acción coordinada internacional es imperiosa, Sin duda, también la neutralidad, el acto unilateral por parte de un Estado que se. queda al margen en la atroz carrera de armamentos, no evita en absoluto la competición nuclear. Para garantizar la paz es casi obligado llegar a, una regulación general, es decir, a una fase totalmente nueva de la política a escala' mundial.

De aquí la necesidad de que se preparen proyectos que abran el camino a estas importantes innovaciones mundiales y de que sean al mismo tiempo conquistas realizables ya desde ahora mismo.. Pongamos un ejemplo: la lucha por la creación de zonas desnuclearizadas en Europa y en el Mediterráneo ¿puede ser ya una primera etapa en el camino hacia una agregación de fuerzas nacionales varias? Esto es, a mi juicio, un objetivo intermedio que supere los límites

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