EI Pentágono admite la teoría del 'invierno nuclear'

El Pentágono admitió como válida, en un informe hecho público el viernes en Washington, la teoría del invierno nuclear, según la cual una guerra atómica generaría unas cantidades tales de humo y polvo que ocultarían el Sol y causarían un grave descenso de las temperaturas que pondría en peligro la existencia de los supervivientes.El informe fue elaborado tras la petición hecha por el Congreso de Estados Unidos al secretario de Defensa, Caspar Weinberger, con el fin de valorar las secuelas de un invierno nuclear y examinar sus posibles consecuencias en la política estratégica.
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El Pentágono admitió como válida, en un informe hecho público el viernes en Washington, la teoría del invierno nuclear, según la cual una guerra atómica generaría unas cantidades tales de humo y polvo que ocultarían el Sol y causarían un grave descenso de las temperaturas que pondría en peligro la existencia de los supervivientes.El informe fue elaborado tras la petición hecha por el Congreso de Estados Unidos al secretario de Defensa, Caspar Weinberger, con el fin de valorar las secuelas de un invierno nuclear y examinar sus posibles consecuencias en la política estratégica.

Según el documento, esta teoría no cuestiona el programa de modernización de armamento y de defensa espacial antimisiles conocido como guerra de las galaxias, elaborado por la Administración de Ronald Reagan, que considera estos planes como medios para impedir la guerra nuclear.

El informe añade que las investigaciones efectuadas por la Unión Soviética sobre este asunto "no aportan grandes novedades" y no demuestran un interés real por parte de este país, excepto el de aprovechar una oportunidad para hacer propaganda a su favor

El Pentágono subraya la imposibilidad de 'prever a corto plazo, de forma cuantitativa, los efectos de este fenómeno".

La teoría del invierno nuclear fue presentada por un grupo de científicos estadounidenses en una conferencia celebrada en 1983, en la que establecieron que la explosión de cabezas nucleares con una potencia de 5.000 megatones provocaría una cantidad tal de incendios en ciudades y bosques que generarían una cortina de humo que ocultaría el Sol durante varios meses, primero en el hemisferio septentrional y luego en otras zonas de la Tierra, como consecuencia de la extensión del humo por los vientos. El descenso de las temperaturas que seguiría provocaría la congelación de la tierra y el agua y la extinción de una gran parte de los animales y plantas, e incluso de la raza humana.

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