Cartas al director

Libia, maltratada

¿Qué tendrá Libia que consigue excitar las fobias más viscerales, menos justificadas y medidas de un periódico, EL PAIS, que vende su mesura y liberalidad como prueba de su credibilidad informativa?.Cada vez que EL PAIS trata algún tema referido a Libia, con una persistencia convertida ya en fatalidad, desciende a sus cotas más bajas de profesionalidad aunando desconocimiento y tendenciosidad, tópicos tan vulgares como carentes de valor informativo y noticias que cuando no son parciales o están manipuladas son sencillamente falsas.

La editorial del día 22 de diciembre es un modelo de pr...

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¿Qué tendrá Libia que consigue excitar las fobias más viscerales, menos justificadas y medidas de un periódico, EL PAIS, que vende su mesura y liberalidad como prueba de su credibilidad informativa?.Cada vez que EL PAIS trata algún tema referido a Libia, con una persistencia convertida ya en fatalidad, desciende a sus cotas más bajas de profesionalidad aunando desconocimiento y tendenciosidad, tópicos tan vulgares como carentes de valor informativo y noticias que cuando no son parciales o están manipuladas son sencillamente falsas.

La editorial del día 22 de diciembre es un modelo de precipitada irresponsabilidad colmada de insinuaciones malintencionadas, afirmaciones falsas e ignorancia.

Porque malintencionado es, por ejemplo, intentar -cuando ya tanto empeño hay en ello- crear un vínculo de maledicencia entre Gaddafi y los movimientos pacifistas europeos; porque falso es, por ejemplo, afirmar que Libia esté dirigida por militares (infórmense, por favor); y porque ignorancia -seamos benévolos- del más viejo y reaccionario cretinismo eurocentrista es, por ejemplo, despachar a toda la cultura islámica como cruel precisamente desde la sociedad que ha hecho de la violencia el argumento de su expansión y la garantía de sus instituciones, incluidas las democráticas.

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Si el propio Gobierno español reconoce que la heterodoxia del encuentro de Mallorca se debió al deseo por parte española de eludir las presiones exteriores que pudieran hacerlo fracasar, qué podría decirse de las presiones sobre un' periódico que tan evidentemente y con tan poco pudor reproduce en sus páginas campañas de intoxicación contra una nación que parece catalizar los odios histéricos de la superpotencia a cuya sombra se colocan el país-Estado y EL PAIS diario.

Y, desde luego, si el cerco informativo que rodea a Libia no fuera tan completo, EL PAIS, por vergüenza, no haría lo que hace.

Lo triste no es que ayude a los grandes prepotentes frente a los pequeños rebeldes, sino que pierda la compostura al hacerlo; triste es que, al menos en este tema, no se diferencie de El Alcázar más que en el calibre de su artillería pesada.

Finalmente, respecto a la ayuda libia a ETA, real o no, seguimos prefiriendo echar la culpa a los de fuera antes de reconocer errores propios. ¡Ah! Y Toledo también es una ciudad árabe- .

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