Editorial:

Acercamiento entre Pekín y Moscú

EL VIAJE a China de Iván Arjipov, viceprimer ministro de la URS S, indica cierta mejoría de las relaciones entre Moscú y Pekín, antaño capitales hermanas de un campo socialista mundial que abarcaba un tercio de la tierra y después polos de un enfrentamiento exacerbado, ideológico y político que llegó incluso a choques armados en la frontera, y aplicadas en los últimos años a buscar unas relaciones más normales, de Estado a Estado, mediante unas negociaciones lentas, alternativamente en Pekín y en Moscú, entre viceministros de Asuntos Exteriores, hasta ahora con escaso resultado.El viaje de Arj...

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EL VIAJE a China de Iván Arjipov, viceprimer ministro de la URS S, indica cierta mejoría de las relaciones entre Moscú y Pekín, antaño capitales hermanas de un campo socialista mundial que abarcaba un tercio de la tierra y después polos de un enfrentamiento exacerbado, ideológico y político que llegó incluso a choques armados en la frontera, y aplicadas en los últimos años a buscar unas relaciones más normales, de Estado a Estado, mediante unas negociaciones lentas, alternativamente en Pekín y en Moscú, entre viceministros de Asuntos Exteriores, hasta ahora con escaso resultado.El viaje de Arjipov, la personalidad soviética de más alta jerarquía que visita China desde hace 15 años, parece centrado en lograr un despegue en un terreno no específicamente político, si bien fundamental: el de los intercambios comerciales, las relaciones económicas, científicas y tecnológicas. Ha firmado varios acuerdos importantes en ese orden y sobre todo se ha decidido preparar la firma, durante la primera mitad de 1985, de un acuerdo amplio de cooperación comercial para el período 1986-1990, con la meta de alcanzar en el último año indicado un intercambio de unos 5.000 millones de dólares, aumento sustancial sí se tiene en cuenta que el nivel actual debe de ser inferior a la décima parte de la cifra indicada.

No puede sorprender que chinos y soviéticos hayan encontrado tal punto de encuentro: para los primeros forma parte de esa concentración de gigantescos esfuerzos a la que están dedicados para lograr una modernización de su economía antes de que termine el siglo. Ha sido un aspecto decisivo de sus recientes negociaciones con EE UU, Japón, el Reino Unido, la República Federal de Alemania, etcétera. La URSS puede ofrecer asimismo campos interesantes de intercambio y cooperación, y la diversificación de las relaciones es obviamente una buena receta económica. En cuanto a la política de la URSS no se puede separar el viaje de Arjipov de una tendencia bastante general, a intensificar las relaciones comerciales incluso con países con los que tiene situaciones políticas más o menos conflictivas. El primer ministro Nicolai Tijonov acaba de visitar Turquía con un programa muy centrado en el fomento de los intercambios económicos. En su viaje a Londres, Mijail Gorbachov ha dedicado asimismo gran atención a este aspecto de las relaciones británico-soviéticas, que se habían disminuido de forma apreciable, si bien se están recuperando.

Sin duda Iván Arjipov ha abordado en sus conversaciones con personalidades de alto rango en Pekín las cuestiones más directamente políticas. Pero en ese terreno, incluso en los discursos públicos, resalta el reconocimiento, por una y otra parte, de que las diferencias son sustanciales. La posición china es que los tres obstáculos fundamentales para una mejora de las relaciones son la ocupación soviética de Afganistán (que tiene una frontera con China), el apoyo de la URSS a la ocupación de Camboya por Vietnam y la concentración excesiva de fuerzas militares soviéticas en la frontera china. Basta mirar un mapa para comprender hasta qué punto se trata de cuestiones vitales para China. Pero no hay síntomas de que la URSS se incline a modificar su política militarista en esos terrenos. El viaje de Arjipov, con sus resultados positivos, se puede interpretar como una voluntad de avanzar en las relaciones económicas a despecho de unas diferencias políticas serias que siguen ahí, probablemente en el orden del día de los encuentros periódicos de los dos viceministros de Exteriores.

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Llama la atención que el viceprimer ministro soviético haya visitado durante su viaje la más dinámica de las zonas económicas especiales, la de Shenzhen, en la frontera de Hong Kong. Se trata de verdaderos enclaves de capitalismo dentro de China, zonas con un estatuto jurídico especial que facilita las inversiones extranjeras y la creación de empresas mixtas. Es la aplicación más avanzada, más audaz, del nuevo principio proclamado por Deng Xiaoping: "Un país, dos sistemas". Arjipov declaro que su visita a Shenzhen "permitiría a los dos países comprender mejor sus realizaciones económicas respectivas". Frase poco comprometida, pero sin duda amable, sobre todo si se recuerdan los anatemas a anteriores experiencias chinas. En todos sus aspectos este viaje confirma que en las relaciones entre Moscú y Pekín la ideología ha quedado totalmente apartada. Son dos Estados los que hablan entre sí. Si bien, cuando en la URSS hay una presión objetiva cada vez más fuerte, para flexibilizar un sistema económico anquilosado no es extraño que despierten interés los atrevidos experimentos chinos. Por heterodoxos que sean, después de todo se inscriben oficialmente en el marco de un marxismo no dogmático "adaptado a las condiciones actuales de China".

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