Los sijs celebraron el 515º aniversario de su gurú

Dramáticos sermones, encendidas arengas políticas y comuniones masivas de rieles marcaron ayer la celebración por los sijs del 515º aniversario del nacimiento del fundador de su secta, el gurú Nanak. No hubo incidentes, porque los sijs no se atrevieron a desafiar al Gobierno en las calles. Los nueve templos sijs de la capital estuvieron discretamente vigilados por la policía. Contingentes del Ejército estaban dispuestos a intervenir si la situación lo exigía. Pero la tan temida violencia fue sólo verbal. Un diputado dimitido del Punjab, calmó los ánimos de los congregados.

En el centro ...

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Dramáticos sermones, encendidas arengas políticas y comuniones masivas de rieles marcaron ayer la celebración por los sijs del 515º aniversario del nacimiento del fundador de su secta, el gurú Nanak. No hubo incidentes, porque los sijs no se atrevieron a desafiar al Gobierno en las calles. Los nueve templos sijs de la capital estuvieron discretamente vigilados por la policía. Contingentes del Ejército estaban dispuestos a intervenir si la situación lo exigía. Pero la tan temida violencia fue sólo verbal. Un diputado dimitido del Punjab, calmó los ánimos de los congregados.

En el centro de la ciudad vieja, donde está situado el templo en el que los mogoles decapitaron al gurú Tegh Bahadur, el líder del movimiento nacionalista Akali Dal, Harchan Singh, culpó al Gobierno de las atrocidades de estos últimos días.El líder llegó protegido por seguidores provistos de dagas. Dijo: "La historia se repite. Aquí torturaron y degollaron al gurú Tegh, y aquí torturarán y decapitarán los seguidores de Indira Gandhi a nuestros hermanos".

El templo profirió entonces un grito cerrado, como si todos los fieles hubieran sido golpeados al mismo tiempo. Y el líder habló de venganza y de justicia: "Hemos de parar el brazo del poderoso. Nos han quitado todo. Ahora quieren arrebatarnos lo único que nos queda: la vida".

Cierta atmósfera de holocausto flotaba sobre los fieles. Unos alzaban enfurecidos los brazos; otros ocultaban el rostro y sollozaban con rabia. Las mujeres abrazaban a sus hijos pequeños.

Esta vez, mientras en el templo se rezaba y se repartían flores, fuera alejaban a los mendigos los bastones de la policía, y los arrinconaban, en un extremo, con los lisiados.

El diputado del partido en el Gobierno por Patiala (Eastado del Punjab) Amrinder Singh, él mismo miembro de la comunidad sij, explicó que había dimitido del cargo a raíz del asalto al Templo Dorado. Pero procuró calmar los ánimos desde un altar.

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Sudando, tomó la pasta dulzona de la comunión en sus manos y, luego de tragársela, dijo a este periódico: "No fue una revuelta sectaria. Lo que hemos sufrido ha sido el ataque de elementos antisociales que salieron al pillaje y a la orgía del asesinato".

Añadió: "Espero que ayuden rápidamente a las víctimas. Que den viviendas, que cese la presión sobre Punjab"

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