Los sindicatos del Reino Unido muestran su apoyo a la huelga minera iniciada hace medio año

El congreso de las trade unions (sindicatos británicos) aprobó ayer por gran mayoría una resolución prohibiendo a todos sus afiliados el transporte de carbón a través de las líneas de piquetes de los mineros, en huelga desde hace seis meses.

La votación fue calificada de "gran triunfo" por el presidente del sindicato de mineros, el líder izquierdista Arthur Scargill, pero el hecho de que los representantes de algunos sindicatos importantes votaran en contra de la resolución puede restar eficacia a la misma, según informa Reuter. El congreso, que se desarrollará hasta el próximo miércole...

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El congreso de las trade unions (sindicatos británicos) aprobó ayer por gran mayoría una resolución prohibiendo a todos sus afiliados el transporte de carbón a través de las líneas de piquetes de los mineros, en huelga desde hace seis meses.

La votación fue calificada de "gran triunfo" por el presidente del sindicato de mineros, el líder izquierdista Arthur Scargill, pero el hecho de que los representantes de algunos sindicatos importantes votaran en contra de la resolución puede restar eficacia a la misma, según informa Reuter. El congreso, que se desarrollará hasta el próximo miércoles en la ciudad costera de Brighton, se inauguró en una atmósfera de tensión, con miles de mineros y estibadores de los puertos, que también se encuentran en huelga, llegados desde todos los puntos del país, agolpados a las puertas del local donde se celebra la reunión. Los mineros acogieron con gritos de aliento a Scargill y con insultos a los líderes del sindicato de la siderurgia. Cuatrocientos policías aseguraron el orden y no se produjeron incidentes.El dirigente minero intervino ante los 1.200 delegados para solicitar el apoyo "total" del congreso y obtuvo una resonante ovación. Por el contrario, los líderes de los sindicatos de electricidad y siderurgia, que temen el efecto de la escasez de carbón en sus propias industrias, fueron acogidos con abucheos. Pocos minutos después Scargill apareció ante la puerta para asegurar a sus seguidores que estaban "en el camino de la victoria". El presidente del Partido Laborista, Eric Heffer, se unió a los defensores de los mineros, afirmando que la huelga no perjudica a la oposición, como algunos creían. Las últimas encuestas de opinión -explicó- demuestran que los laboristas están subiendo.

La resolución aprobada permitirá que el congreso se desarrolle con normalidad, sin que el conflicto de los mineros planee sobre todos los otros temas del orden del día. Sin embargo, el presidente del TUC, Len Murray, que se retira este mes tras 12 años en el puesto, replicó enfadado a quienes calificaron de "pura táctica" el acuerdo: "Nosotros no compramos la paz".

Al margen de la efectividad concreta de la resolución, el apoyo del congreso de las trade unions a los mineros supone el primer movimiento formal de la poderosa organización sindical británica (10 millones de afiliados) a favor de la larga y complicada huelga, seguida por las dos terceras partes de los casi 200.000 trabajadores del sector. Scargill considera fundamental la resolución aprobada, no sólo porque dificulta la llegada del carbón a la industria, sino también porque termina con el aislamiento en el que se han venido moviendo los mineros desde que decidieron iniciar su huelga en protesta por el plan de la patronal de cerrar 20 pozos y suprimir 20.000 puestos de trabajo. Sólo los estibadores decidieron ir a la huelga cuando la industria siderúrgica contrató a trabajadores no sindicados para descargar el carbón que ellos, en solidaridad, se negaban a mover de los barcos.

El principal problema será ahora la reacción del sindicato de trabajadores de la siderurgia, que puede solicitar una votación entre sus afiliados antes de poner en práctica la resolución del TUC. Al mismo tiempo que se inauguraba el congreso anual del TUC, la patronal minera anunció que se habían reanudado los contactos con el sindicato. Según la agencia France Presse, el intermediario ha sido el magnate socialista de prensa Robert Maxwell, propietario del grupo Mirror.

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