Tribuna:

El duque

La expulsión del Uruguay de Adolfo Suárez replantea el caso de este singular político, una de las personalidades más interesantes de la reciente historia de España, no sólo por lo que ha hecho sino por cómo y por qué lo ha hecho. El qué y el cómo lo sabemos todos, el por qué sólo lo sabe don Adolfo y sus dioses y con el tiempo será uno de esos secretos históricos que más tesis doctorales inspirarán. ¿Era Adolfo Suárez un topo democrático infiltrado en el franquismo desde la más tierna juventud? ¿Es un caso típico de los efectos de la gracia santificante de la razón, hiriendo y ganando con su p...

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La expulsión del Uruguay de Adolfo Suárez replantea el caso de este singular político, una de las personalidades más interesantes de la reciente historia de España, no sólo por lo que ha hecho sino por cómo y por qué lo ha hecho. El qué y el cómo lo sabemos todos, el por qué sólo lo sabe don Adolfo y sus dioses y con el tiempo será uno de esos secretos históricos que más tesis doctorales inspirarán. ¿Era Adolfo Suárez un topo democrático infiltrado en el franquismo desde la más tierna juventud? ¿Es un caso típico de los efectos de la gracia santificante de la razón, hiriendo y ganando con su poderoso rayo a los aventureros de la Historía? ¿O acaso democratizó España porque se lo pidió el Rey y de igual manera habría cumplido la orden de declarar la guerra a Malta o prohibir los Sanfermines?Otra explicación, que circuló en su día, es que la solución al caso español había sido programada hacía ya años en el Departamento de Estado y un puñado de hombres claves, de derecha e izquierda, estaban en el secreto y sólo se trataba de encontrar las circunstancias propicias a partir de la muerte. del dictador. Confesaré mis culpas de haber ido de una a otra explicación como un pato mareado, en aquellos años de la primera transición en que a la democracia le pasó lo mismo que a la primavera en los tiempos de Antonio Machado.

La primavera ha venido yo no sé cómo ha sido.

A posteriori, con la ayuda de la ciencia política y una cierta imaginación teórica que Dios me ha dado, estoy en condiciones de dar cinco o seis explicaciones lógicas de buen ver. Pero sigue siendo un misterio el proceso psicológico de Adolfo Suárez, aquel tapado que casi todos los comentaristas políticos nos tomamos a broma y que en la actualidad es un símbolo democrático universal, hasta el punto de que le expulsan del Uruguay como a un Pérez Esquivel o un Jean Paul Sartre en sus buenos tiempos. Recuerden que al comienzo de su mandato Suárez no sabía francés y hacía declaraciones patosas sobre las lenguas vernáculas de España.

Ahora sabe latín y es el que está mejor sentado a la diestra del Poder.

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