Reportaje:El problema de la secularización

Ser cura y estar casado

El Movimiento pro Celibato Opcional celebra en Madrid su segundo encuentro estatal

"En septiembre de 1977, Emilia, que es mi mujer, y yo hicimos la celebración del matrimonio ante cerca de 300 personas. En la iglesia de Vallecas donde nos casamos se encontraban presentes varias personas de los tres pueblos de los Picos de Europa donde yo había estado de cura anteriormente. También había compañeros de la fábrica, gente del barrio y miembros de nuestras respectivas familias. Ese día reflexionamos sobre el Evangelio y dialogamos entre nosotros sobre el significado de aquella celebración".Aquel día de septiembre de hace siete años no revistió, por lo demás, especial significado ...

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"En septiembre de 1977, Emilia, que es mi mujer, y yo hicimos la celebración del matrimonio ante cerca de 300 personas. En la iglesia de Vallecas donde nos casamos se encontraban presentes varias personas de los tres pueblos de los Picos de Europa donde yo había estado de cura anteriormente. También había compañeros de la fábrica, gente del barrio y miembros de nuestras respectivas familias. Ese día reflexionamos sobre el Evangelio y dialogamos entre nosotros sobre el significado de aquella celebración".Aquel día de septiembre de hace siete años no revistió, por lo demás, especial significado para Julio Pérez Pinillos, "cura obrero y casado", según lo ha definido la revista Ecclesia, órgano muy cercano y querido, cómo es notorio, de la Conferencia Episcopal Española. "Ese día tan sólo quisimos dar a la comunidad que nos rodeaba una señal externa de que Emilia y yo nos queríamos y habíamos decidido vivir juntos. Pero hasta 1979 no pudimos casarnos por lo civil".

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Julio Pérez Pinillos, de 42 años, se considera uno de tantos curas que se han casado y que continúan ejerciendo funciones presbiterales dentro de la comunidad de creyentes católicos españoles. Su condición de cura casado no ha sido obstáculo para que continúe perteneciendo al equipo coordinador de Iglesia Mundo Obrero (IMO), integrado en la organización jerárquica y pastoral de la Iglesia de Madrid. Vive con el sueldo de su trabajo en la fábrica Intelsa, donde desempeña la función de secretario del comité de empresa. De su unión con Emilia Robles, antigua compañera de fábrica, nació, hace cuatro años, su hija Ruth.

"Me considero cura, obrero y casado, y sé que estas tres condiciones son perfectamente compatibles". Julio Pérez Pinillos nació en Espinosa de Cerrato (Palencia), un pueblo de 350 habitantes y, como muchos niños de su edad, fue al seminario a los 10 años. En 1964 se ordenó de cura y pasó sus tres primeros años de ministerio como párroco de tres pueblos de los Picos de Europa. "Fueron años agradables y de gozo por la relación directa con el medio rural y porque soy de una veta fundamentalmente contemplativa".

Vallecas, campo de misión

En 1966 llegó a Madrid con la idea de marcharse a misiones a África, "pero tuve la suerte de convivir aquí en Vallecas con un equipo de sacerdotes obreros que me hicieron ver que el mundo obrero también era un campo de misión. Superé las primeras angustias que produce la gran ciudad y comencé a sentirme bien entre la clase obrera; así que cambié África por Vallecas".

"Una de las cosas fundamentales de mi vida es la dimensión obrera por la que yo opté hace 18 años; primero, como vendedor de productos farmacéuticos, y después, como recepcionistas de material en los talleres de Industrias Telefónicas, empresa de 2.300 trabajadores. Comprendí que el cura tenía que buscarse su sustento". En su empresa desempeña en la actualidad la función de secretario del Comité de Empresa, y desde hace cuatro años está afiliado al sindicato Comisiones Obreras.

En la fábrica descubrió la presencia de Emi (Emilia Robles). "Algo de ella se iba metiendo en mí y, contrariamente a lo que había hecho con otras mujeres, a ella no le cerré mis puertas. A partir de entonces comencé a dudar de que ser cura fuera equivalente a ser célibe y me dediqué a estudiar en profundidad la doctrina de la Iglesia a lo largo de la historia, pero esencialmente lo que de los evangelios y los concilios se podía deducir en torno al tema del celibato obliaatorio para los sacerdotes. No iba a renunciar a Emilia, y por eso se abría ante mí una bisagra: por una parte, la no renuncia a una mujer a la que quería, y por la otra, la esperanza de poder seguir siendo sacerdote, es decir, poder seguir anunciando el evangelio a la comunidad cristiana".

Matrimonio y Constitución

En septiembre de 1977 Julio y Emilia decidieron casarse en las jircunstancias descritas. "Fue una celebración presidida por nosotros, en la que, según mi opinión y la de algunos teólogos españoles, hubo sacramento. No pudimos casarnos de otra forma porque entonces todavía no existía la Constitución Española, y para poder casarte por lo civil debías previamente borrarte de ser cura, es decir, obtener la dispensa del Vaticano. Yo no pedí la reducción al estado laical porque no quería renunciar ni a ser cura ni a querer a una persona. Aunque en 1979, recién estrenada la Constitución, nos casamos por lo civil, para nosotros estamos casados desde 1977.

Emilia, la mujer que comparte la vida con Julio Pérez Pinillos en un piso obrero del pueblo de Vallecas, tiene 32 años y está licenciada en Psicología, aunque no ejerce esta profesión, "porque están las cosas difíciles para los psicólogos". Llena su tiempo atendiendo a la niña, Ruth, de cuatro años, y irabajando en el barrio en actividades de yoga, relajación y en la escuela social.

Dice que se enamoró de Julio en tina asamblea de la fábrica donde trabajaban los dos y que la condición de cura de su compañero no le ha ocasionado a ella mayores problemas. "Nos relacionamos al principio a través de parecidas inquietudes de conciencia de clase, pero más tarde se me descubrieron algunas preocupaciones e inquietudes religiosas, que yo tenía latentes".

Emilla tampoco ha descubierto rtingún trato especial o discriminatorio por parte de los vecinos, los compañeros de trabajo o los rniembros de la comunidad cristiatia de Vallecas por el hecho de estar casada con un cura que ejerce. "o hay que olvidar que esto es Vallecas y no el barrio de Salarnanca. Por otra parte, si han surgido pocos conflictos en nuestra vida cotidiana es porque hemos explicado de frente y directamente nuestra situación a todo el mundo. Por esos estamos integrados en el consejo de la parroquia de Vallecas".

Tarancón y Suquía

Julio Pérez Pinillos asegura que no ha tenido ningún enfrentamiento con la jerarquía de la Iglesia. No obstante, explica que para él y las lentes como él, y en general para las cursas obreros, el mandato del cardenal Tarancón en la diócesis de Madrid-Alcalá fue más positivo y más cercano que el del actual titular, Ángel Suquía. "Suquía tiene un espíritu menos liberal que Tarancón".

Otra de las piezas clave de las relaciones no conflictivas con la Iglesia jerárquica ha sido precisarnente el contar con Alberto Iniesta como obispo auxiliar de Madrid precisamente encargado de la pastoral de la zona de Vallec as. Las nuevas condiciones pastorales que pueden producirse con la jubilación de monseñor Tarancón y la aplicación de los criterios más conservadores de Suquía han provocado el retiro momentáneo del obispo Alberto Iniesta en el monasterio catalán de Poblet, en opinión del cura obrero Pinillos.

A pesar de la comprensión de algunos, "la Iglesia jerárquica", dice Julio Pérez Pinillos, "nos ha avisado varias veces de lo peligroso de nuestras posturas, invitándonos a ahondar en lo que estábamos haciendo. También hemos discutido esto con compañeros sacerdotes"

El Evangelio en la fábrica

Julio Pérez Pinillos asegura qui sigue predicando el Evangelio en la fábrica, en el barrio y celebrando la eucaristía -él la denomina la cena del Señor-, aunque en comunidades de base. "Para este tipo de celebraciones no hacen falta vestimentas, ni albas, ni repetición de ritos como arrodillarse o santiguarse varias veces. Es mucho más importante el diálogo sobre el Evangelio y la expresión pausada de la palabra que toda esta rueda de ritos".

De todo este sistema de vida, y en relación con el Movimiento pro Celibato Opcional, en el que está adscrito como coordinador, Julio Pérez Pinillos deduce que "no se trata de arreglar un problema de conciencia de unos cuantos curas"; "lo importante es que se dé cuenta que detrás de una ley secundaria o disciplinaria como la del celibato no se mutile otra de carácter más primario y referida a derechos humanos. Debemos respetar todas las tendencias que se dan en la comunidad y no condicionarlas al estado de vida o al sexo".

Como persona muy comprometida con MOCEOP (Movimiento pro Celibato Opcional), Julio Pérez Pinillos es consciente de que la jerarquía de la Iglesia "no está por la labor del movimiento"; "sin embargo", dice, "cada día hay más obispos que particularmente entienden y apoyan este tema. Muchos de ellos se alegrarán el día que el Vaticano quite el celibato obligatorio, sobre todo los de América Latina".

Las actividades del MOCEOP son recogidas en un boletín, Tiempo de hablar, que es distribuido a 25 obispados, a 12 países de habla española, a tres países de África negra y a los principales países de Europa. Además, se distribuye entre cerca de 1.000 miembros que apoyan este movimiento. El MOCEOP está representado en las reuniones internacionales de movimientos reivindicativos parecidos.

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