Chernenko, con nuevas muestras de inseguridad física, despidió a los Reyes en el Kremlin antes de que salieran hacia Tashkent

El jefe del Estado de la Unión Soviética, Konstantín Chernenko, con el gesto lento y el paso inseguro, despidió ayer, a las 12.45 horas, en uno de los patios interiores del Kremlin, a los Reyes de España, Juan Carlos y Sofía, que emprendieron poco después viaje por vía aérea a la ciudad de Tashkent. Para quien está acostumbrado a ver al dirigente soviético por televisión, el aspecto de Chernenko, si bien un tanto demacrado, no se diferenciaba del mostrado en otras ocasiones públicas.

El cielo estaba plomizo y el aire, era húmedo y frío cuando Chernenko fue ayudado a descender del coche ...

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El jefe del Estado de la Unión Soviética, Konstantín Chernenko, con el gesto lento y el paso inseguro, despidió ayer, a las 12.45 horas, en uno de los patios interiores del Kremlin, a los Reyes de España, Juan Carlos y Sofía, que emprendieron poco después viaje por vía aérea a la ciudad de Tashkent. Para quien está acostumbrado a ver al dirigente soviético por televisión, el aspecto de Chernenko, si bien un tanto demacrado, no se diferenciaba del mostrado en otras ocasiones públicas.

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El cielo estaba plomizo y el aire, era húmedo y frío cuando Chernenko fue ayudado a descender del coche oficial, un Zil negro, en uno de los ángulos del patio situado entre la residencia donde han vivido los Reyes durante su estancia en Moscú y el gran palacio del Kremlin, sede del Soviet Supremo.Mientras esperaba a que los Reyes descendieran de sus aposentos, el dirigente soviético, a quien acompañaba su esposa, Ana Dmitrieva, permaneció la mayor parte del tiempo de espaldas a los periodistas y amparado de la vista de éstos, mayoritariamente soviéticos, por varias personas que actuaban a modo de biombo humano.

Acompañaban además al jefe del Estado soviético el ministro de Exteriores de la URSS, Andrei Gromiko, y su esposa, Lidia Dmitrieva; el jefe del Gobierno, Nikolai Tijonov; el vicepresidente del Presidium del Soviet Supremo, Vasili Kusnezov; el ministro de Cultura, Piotr Demichev, y el embajador de la URSS en España, Yuri Dubinin, con su esposa.

Durante unos minutos, los Reyes, que abandonaron la residencia, de fachada amarilla y blanca, acompañados del ministro de Asuntos Exteriores, Fernando Morán, departieron con los representantes soviéticos. El Rey y Chernenko conversaron unos momentos directamente, sin intérprete y sin que los pocos observadores admitidos al recinto y mantenidos a una prudente distancia pudieran adivinar en qué idioma lo hacían. Después, anfitriones y huéspedes posaron para la foto histórica frente al que fue antiguo palacio de los zares. De izquierda a derecha se colocaron: Tijonov, el Rey, la esposa de Chernenko, la Reina, Gromiko y Morán.

Los Reyes, en Tashkent

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Cuando los Reyes abandonaban el recinto, sentados ya en el coche oficial, Chernenko y su esposa, apartados un tanto del resto del grupo y situados sobre una alfombra roja, saludaron levantando la mano derecha en movimiento oscilante. A continuación, Konstantín Chernenko, se caló un sombrero negro, introdujo las manos e los bolsillos de su gabardina azul y permaneció unos instantes más a la intemperie, para desaparece después, a su vez, en un Zil oficial cuya placa de matrícula era 1575 MME y en el que entró sin ayuda.

Bajo un cielo gris que amenazaba tormenta y con algo de calor húmedo, los Reyes de España llegaron ayer tarde a las 20.22 (15.22, hora de Madrid) al aeropueto de Tashkent, capital de la república de Uzbekistan. Los Reyes viajaban en un Tupolev-154, de la compañía Aeroflot, siguiendo la costumbre que hace que los dignatarios en viaje oficial vuelen siempre dentro de países extranjeros en aviones ajenos.

En la terminal de autoridades del aeropuerto -informa enviado especial-, se repetía la misma escena que se dio por vez primera el pasado jueves: una pancarta con letras blancas sobre fondo rojo daba entre signos de admiración la bienvenida a los "egregios huéspedes españoles". El saludo se repetía no sólo en castellano y en ruso, sino también en uzbeko.

Unos 200 jóvenes estudiantes de sonrientes rostros asiáticos, comenzaron a agitar disciplinadamente las banderas española, soviética y uzbeka, cuando don Juan Carlos y doña Sofía iniciaron el descenso por la escalerilla que había sido puesta al pie del avión. Todos los jóvenes fueron reclutados en un instituto pedagógico de Tashkent; y varios, al ser interrogados, confesaron desconocer el nombre del Rey de España.

Ausencia significativa en el programa previsto para hoy -al menos de momento- ya que éste ha sufrido grandes cambios y retrasos en su elaboración- es la falta de contactos con los dirigentes musulmanes de la región.

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