Tribuna:

Olimpiadas

Algún día se percatarán Estados Unidos y la URSS de lo poco que nos interesan sus disputas. O mejor, puede que se hayan percatado ya, y de ahí que, ya sea suprimiéndonos las diversiones deportivas o amenazándonos con hacernos trizas el hogar, traten de llamarnos la atención. No les basta, a lo que se ve, que se les reconozca como las dos grandes potencias, sino que se empeñan en que nos emocionemos con ellas. Vano intento a estas alturas, cuando no hay modo de encontrar entradas para el Bolshoi, cuando una vez en la vida tenemos la oportunidad de visitar Moscú o cuando pretenden que paguemos e...

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Algún día se percatarán Estados Unidos y la URSS de lo poco que nos interesan sus disputas. O mejor, puede que se hayan percatado ya, y de ahí que, ya sea suprimiéndonos las diversiones deportivas o amenazándonos con hacernos trizas el hogar, traten de llamarnos la atención. No les basta, a lo que se ve, que se les reconozca como las dos grandes potencias, sino que se empeñan en que nos emocionemos con ellas. Vano intento a estas alturas, cuando no hay modo de encontrar entradas para el Bolshoi, cuando una vez en la vida tenemos la oportunidad de visitar Moscú o cuando pretenden que paguemos esos precios astronómicos por asistir a la Olimpiada de Los Angeles.Están estas grandes potencias muy equivocadas sobre lo que interesa a la gente, y si bien esto es explicable refiriéndonos a la URSS, que no hace estudios de marketing desde que lanzó la muñeca rusa, no se entiende desde Estados Unidos, que lo computan todo. Sigamos un discurso mercantil: si estas potencias llegaran a un cierto acuerdo lograrían sin duda unas más provechosas ventas. Pero no, y lo que consiguen de este modo es presentarse con un aspecto ingrato a los habitantes de este planeta. ¿Luchas ideológicas? ¿Maniobras estratégicas? ¿Juegos de predominio? Qué sinfín de planteamientos tan antiguos y aburridos para la clase media.

Bien; no hay Juegos Olímpicos. Qué dignidad y qué magnífica oportunidad para cruzar insultos. Estupendo. Lo único que parece preocupar a estos responsables de la política es el juego de la guerra. La mascarada o no de un nuevo enfrentamiento que dé credibilidad al desafío de muerte en el que están enviciados. Vaya tipos. Llevadas las cosas al grotesco punto en que se encuentran, sólo caben dos opciones: o todo lo que escupen en su diaria diatriba es una simulación y, en consecuencia, no merece nuestra audiencia, o bien es muy real y, por tanto, están dispuestos a aniquilarnos. En cualquier caso, y puestos así, ¿cómo pueden suponer que nos interesan? Más nos vale atender, aunque parezca menor, a esa reyerta entre el Athlétic y el Barça, y que nos bombardeen sin avisar y cuando quieran.

Qué gente.

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