El amor al boxeo
Hay dos hombres, medio chiflados ya -si no, no se comprendería tanta tristeza-, que están dándose de puñetazos en medio de un cuadrilátero encordado hasta que uno de ellos queda KO. Otros hombres, mascando chicle o palomitas de maíz -es decir, mascando su propia falta de hombría-, observan con delectación cómo se aporrean esos dos desgraciados congéneres.Y hay un señor -don Luis Riera Posada, portavoz del Grupo Popular del Ayuntamiento de Oviedo- que no sólo los contempla con delectación, sino que hasta se le cae la baba, y por eso ataca en EL PAI S (martes 10 de abril) al alcalde de Oviedo, q...
Regístrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
Hay dos hombres, medio chiflados ya -si no, no se comprendería tanta tristeza-, que están dándose de puñetazos en medio de un cuadrilátero encordado hasta que uno de ellos queda KO. Otros hombres, mascando chicle o palomitas de maíz -es decir, mascando su propia falta de hombría-, observan con delectación cómo se aporrean esos dos desgraciados congéneres.Y hay un señor -don Luis Riera Posada, portavoz del Grupo Popular del Ayuntamiento de Oviedo- que no sólo los contempla con delectación, sino que hasta se le cae la baba, y por eso ataca en EL PAI S (martes 10 de abril) al alcalde de Oviedo, quien, como persona normal, ha pretendido prohibir el boxeo en su ciudad por considerarlo un deporte bárbaro y tercermundista.
El señor Riera Posada está desorbitando las cosas. Se le ve el plumero. Si tanto ama el boxeo, ha de ser por una de estas dos cosas: o bien porque él mismo está casi sonado o bien porque obtiene algún tanto por ciento para defenderlo de parte de los que organizan ese espectáculo.
De otra forma, no se explica su apasionamiento en atacar al alcalde y en defender lo indefendible. Nadie, que yo sepa, se atrevería a defender el gamberrismo y el envilecimiento de la dignidad humana, a no ser los que tienen algún turbio interés en ello, como parece ser el caso del señor Riera Posada. /