Editorial:

Honor, sexo y política

EL HONOR del general alemán federal Kiessling, que fue acusado de homosexual, ha quedado restituido por el ministro de Defensa que le destituyó; y el de este ministro, Wörner, sustentado por el jefe del Gobierno, Kohl, que no acepta su dimisión. El final feliz de la historia rosa se completa con la retirada del propio general, que permitirá a Estados Unidos el nombramiento de un segundo jefe militar de la OTAN a su medida y con el gruñido del personaje malo del cuento, Franz-Josef Strauss, que hubiera pretendido ser ministro de Defensa -y algo más- y se queda al borde de la jubilación por edad...

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EL HONOR del general alemán federal Kiessling, que fue acusado de homosexual, ha quedado restituido por el ministro de Defensa que le destituyó; y el de este ministro, Wörner, sustentado por el jefe del Gobierno, Kohl, que no acepta su dimisión. El final feliz de la historia rosa se completa con la retirada del propio general, que permitirá a Estados Unidos el nombramiento de un segundo jefe militar de la OTAN a su medida y con el gruñido del personaje malo del cuento, Franz-Josef Strauss, que hubiera pretendido ser ministro de Defensa -y algo más- y se queda al borde de la jubilación por edad; es probable, además, que dentro de algún tiempo rueden algunas cabezas menores de los servicios de información que han elaborado el informe erótico.Está claro que cualquier especulación sobre si el general era o no era es una complicidad con los acusadores: ser o no ser no es, en este caso, la cuestión. Se ha aludido a que el comportamiento íntimo de una persona que guarda y elabora altos secretos nucleares no le pertenece y puede exponerle a espionajes o a chantajes. Pero en el caso de la homosexualidad, en una sociedad evolucionada culturalmente como la europea no parece ofrecer más riesgos que en el de la heterosexualidad; si hay más posibilidades de chantaje sería precisamente en la medida en que una sociedad de carácter represor resulta sensible a esos chantajes. El siglo, la capacidad de toma de decisiones, el servicio de un alto cargo, militar o civil, su eficacia y su honestidad pueden guardar relación con su vida sexual o con la salud de su hígado. Pero los humanos siguen siendo humanos, a Dios gracias, y no máquinas, y es de suponer que los altercados familiares del general jefe de la OTAN también le influirán en su estado de ánimo. Que un ejercicio de represiones obligue a veces a personas responsables a dar un cariz clandestino a su vida -y en España tenemos ejemplos recientes, tan mal abordados por algunos medios de comunicación como por los ministros del Gobierno que los protagonizan- parece más bien fruto del concepto de una sociedad que evoluciona por su base pero no por su cúspide.

Un peculiar aspecto de este caso viene presentado, sin embargo, por la noción de virilidad como base supuesta para el desempeño de ciertos cargos y responsabilidades, en la creencia de que esa imaginaria virtud está, por si fuera poco, unida a un comportamiento testicular determinado. Alemania tiene experiencia de las discriminaciones que el poder ejerce en este terreno. Hitler depuró su partido de homosexuales: los maté, y a alguno -se dice- con su propia mano. Pero se está tratando de hacer una sociedad muy distinta de la que pretendió Hitler, que por lo demás tampoco era un ejemplo de genitales desde que una cabra se los violentara en su juventud. Y eso no le impidió ser el generalísimo de todos sus ejércitos y un verdugo sangriento que avergüenza la historia de su país y la de los regímenes que hicieron de cómplices.

Pero virilidades aparte, el problema de fondo es muy otro: la lucha secreta por el puesto de segundo jefe militar de la OTAN, los intentos de control de esa delicada organización militar, la lucha por el poder dentro de la coalición gobernante y la rápida y habitual torcedura de los hechos para culpar a la opinión pública y a la Prensa de un escándalo que ha partido única y exclusivamente de los medios oficiales. Un mundo viscoso, vamos, y no especialmente por la existencia de clubes de homosexuales.

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