Tres tenderos barceloneses atomizaron el 'gordo' en miles de papeletas de una y cinco pesetas

Una parte importante del núcleo del gordo de 1983, atomizado en miles de participaciones, apareció ayer en el barrio de La Sagrera, en Barcelona. Los propietarios de una pollería, un comercio de pesca salada y una tocinería las habían repartido entre sus clientes y todos se han visto beneficiados con cerca de 1.000 millones de pesetas en cantidades que oscilan entre las 10.000 y las 300.000 pesetas. Los tenderos habían emitido participaciones gratuitas de una y cinco pesetas del número 53.288 entre centenares de clientes para agradecer sus compras. Hace algo más de dos meses, los tres comercia...

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Una parte importante del núcleo del gordo de 1983, atomizado en miles de participaciones, apareció ayer en el barrio de La Sagrera, en Barcelona. Los propietarios de una pollería, un comercio de pesca salada y una tocinería las habían repartido entre sus clientes y todos se han visto beneficiados con cerca de 1.000 millones de pesetas en cantidades que oscilan entre las 10.000 y las 300.000 pesetas. Los tenderos habían emitido participaciones gratuitas de una y cinco pesetas del número 53.288 entre centenares de clientes para agradecer sus compras. Hace algo más de dos meses, los tres comerciantes habían decidido unirse para comprar 300.000 pesetas del número ahora afortunado y fraccionarlo en miles de pequeñas papeletas.

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Josep Torrellas Baró, de 71 años, estaba algo cansado mientras abría una caja de cartón llena de pollos. Como cada día, él y su hija Eulalia se disponían a atender a decenas de clientes que suelen acudir a su pollería del mercadillo de Felipe II, en La Sagrera para comprar "un pollo, un par de pechugas o media docena de huevos blancos con un poco de perejil".Eran las 9.21 horas y, a pesar de que en el bar de al lado los chicos de San Ildefonso cantaban los premios de la lotería, a través de un viejo televisor, el señor Josep apenas daba importancia al sorteo. Dos minutos más tarde "vivía uno de los momentos más felices de mi vida", explicaba el pollero mientras decenas y decenas de mujeres con una diminuta papeleta del gordo en la mano le besaban y abrazaban. Su hija, detrás del mostrador, intentaba controlar los nervios atendiendo a los clientes. Estaba hecha un flan y no hacía más que pensar en su madre y en sus dos hermanos, "que deben estar como locos en La Roca del Vallès, nuestro pueblo".

A pocos metros de la pollería Eulalia, donde ayer se vendieron todas las existencias, Josep Martí Figuerola, de 52 años, en su tienda de pesca salada, comprobaba una tras otra las participaciones que le entregaban sus clientas, que él mismo había complimentado hacía unas semanas, después de comprar varias series del gordo en la administración nº 69 de la calle de Escocia. Era feliz en sus explicaciones: "A usted, señora Pujol, le tocan 10.000 pesetas, y a usted, Margarita, 40.000". Uno de sus tres hijos, Daniel, de 23 años, que trabaja como colaborador en el turno de noche de Radio Nacional, no estaba enfadado con su padre, "a pesar de la brusquedad con que me ha despertado a las 9.30 para decirme que nos había tocado el gordo".

Al igual que su compañero Josep Torrellas, Josep Martí no quiso decir cuántas participaciones tenía.

A quien también le costaba mucho hablar era a la señora Enriqueta. "El año pasado, a algunas personas del mercadillo les tocaron varios millones y mis familiares no me creyeron cuando les conté que yo no había tenido suerte; por eso ahora no quiero decir nada", contaba a una amiga, mientras dos informadores de una emisora pasaban sus micrófonos entre dos jamones y una ristra de morcillas de arroz. Enriqueta Manresa Redondo, propietaria de la tocinería Inma, que había comprado 100.000 pesetas en participaciones del 53.288, seguía despachando mientras contaba que su esposo. Fernando "tiene mi misma edad", y que tenía dos hijos, "Inmaculada, de 21 años, y Ferran, de 27".

Ramón Arnaus, agraciado con 250.000 pesetas, era uno de los protagonistas, como también lo era Diego Gaspar, un instalador de parqués en paro a quien, por haberse comido un pollo de 500 pesetas, le han correspondido 50.000 pesetas.

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