Oposición 'provincialista' del PNV

El proyecto más importante de la legislatura del Gobierno vasco, la ley de Territorios Históricos, comenzó a debatirse ayer en el Parlamento autónomo.La norma que deberá regular la relación entre las instituciones comunes emanadas del Estatuto -Gobierno y Parlamento- y las instituciones tradicionales -diputaciones,y ayuntamientos- ha suscitado tantas polémicas que se ha visto bloqueada durante dos años y medio.

En este interregno, el Gobierno vasco se ha visto obligado a reformar su proyecto inicial, debido a las presiones ejercidas por la principal oposición provincialista, en e...

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El proyecto más importante de la legislatura del Gobierno vasco, la ley de Territorios Históricos, comenzó a debatirse ayer en el Parlamento autónomo.La norma que deberá regular la relación entre las instituciones comunes emanadas del Estatuto -Gobierno y Parlamento- y las instituciones tradicionales -diputaciones,y ayuntamientos- ha suscitado tantas polémicas que se ha visto bloqueada durante dos años y medio.

En este interregno, el Gobierno vasco se ha visto obligado a reformar su proyecto inicial, debido a las presiones ejercidas por la principal oposición provincialista, en este caso el PNV.

Desde que el Gabinete de Carlos Garaikoetxea presentara su primer proyecto de ley de Territorios Históricos en mayo de 1981, se han sucedido innumerables debates que han dejado entrever el enfrentamiento real existente entre la actitud provincialista -defendida en un principio por la derecha y por los núcleos históricos del PNV-, y la global -apoyada por buena parte del Gobierno vasco y la izquierda parlamentaria-, sobre lo que debe ser la constitución interna de Euskadi.

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Los diferentes conceptos sobre las relaciones que se deben establecer entre el Gobierno vasco y las diputaciones provinciales suscitaron, en un principio, polémicas tan enconadas que el Gobierno vasco se encontró en oposición ya no a los grupos parlamentarios de la izquierda y la derecha, con matices, sino a los nacionalistas históricos del propio PNV.

Las discrepancias nacionalistas eran tan evidentes que no pudieron pasar desapercibidas ante la opinión pública, a pesar de los esforzados intentos del Ejecutivo vasco de ocultar las tensiones internas.

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Los mismos dirigentes del Gobierno autónomo comentarían, en tono irónico, que "el PNV es tan poderoso que se permite el lujo de tener la mayor oposición dentro de su mismo partido".,

En efecto, el Gobierno vasco se había mostrado favorable, en un principio, a que el poder político prioritario de Euskadi debía ser asumido por las instituciones generales; es decir, el Gobierno y el Parlamento.

Sin embargo, los presidentes de las diputaciones forales, todos ellos del PNV, insistían en que no se debía identificar el concepto de comunidad autónoma, exclusivamente, con el Gobierno vasco, ya que, para ellos, "tan importantes son los territorios históricos como el Gobierno en la tarea de construir la comunidad autónoma".

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