Crisis en el Mediterráneo oriental

Un Berlín con muro de alambre

Este Berlín del Mediterráneo, con muro de alambre de espino, bidones y sacos arenosos, tiene, sin embargo, una diferencia sustancial con la capital alemana: la población no se juega la vida por cruzar el límite de su territorio. Ninguna de las dos comunidades que dividen Nicosia -griegos al sur y turcos al norte- parecen muy interesadas en conocer lo que ocurre en la casa de su cercano vecino. No es necesario, por tanto, un gran despliegue militar para controlar un paso limitado exclusivamente a los diplomáticos y`personal de la ONU.Los 300 metros de tierra de nadie que parten Nicosia en dos s...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Este Berlín del Mediterráneo, con muro de alambre de espino, bidones y sacos arenosos, tiene, sin embargo, una diferencia sustancial con la capital alemana: la población no se juega la vida por cruzar el límite de su territorio. Ninguna de las dos comunidades que dividen Nicosia -griegos al sur y turcos al norte- parecen muy interesadas en conocer lo que ocurre en la casa de su cercano vecino. No es necesario, por tanto, un gran despliegue militar para controlar un paso limitado exclusivamente a los diplomáticos y`personal de la ONU.Los 300 metros de tierra de nadie que parten Nicosia en dos son el mejor testimonio dela difícil convivencia entre los dos pueblos asentados en esta bella isla. El muro, que atraviesa Chipre de Este a Oeste, fue establecido en 1967, después de cuatro años en los que no cesaron las acciones sangrientas entre las dos comunidades, con un saldo de más de 400 muertos.

Más información

Los turco-chipriotas autorizan a cruzar su barrera a los periodistas procedentes del sector griego. Los greco-chipriotas impiden, por el contrario, el paso a todo extranjero que lleve impreso en su pasaporte el sello del Estado del Norte. En el trecho que separa a ambas comunidades la vegetación se ha apoderado prácticamente de todas las antiguas construcciones.

Después de atravesar sin dificultad el control turco-chipriota, vigilado por una docena de soldados, y recorrer el espacio de la llamada línea Atila, se encuentran los primeros edificios pintados a rayas azules y blancas, que anuncian la llegada a la zona griega, donde tampoco hay más de 20 soldados visibles.

Un policía greco-chipriota sale inmediatamente al paso para advertir que es imposible "entrar en Chipre porque ha llegado usted por un lugar ilegal". Su explicación es educada y minuciosa. Su argumento: "El otro lado no existe, ¿no lo comprende?".

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En