Tribuna:

Neutro

Pues sí, aquí estoy de nuevo dando la tabarra con un asunto de mujeres. Vivimos en un mundo varonil, en un universo masculino. Y estamos tan acostumbrados a esta realidad viril que la consideramos como neutra. Si un novelista, si un director de cine o un periodista escriben o realizan una obra con trasfondo macho y sabor a hombre, nadie se extraña del asunto, y su masculinismo se nos antoja lo normal. Pero si se te ocurre enfocar un tema desde la otra perspectiva de los sexos, entonces vas de cráneo: inmediatamente te consagras o te condenas feminista, y te diferencias del entorn...

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Pues sí, aquí estoy de nuevo dando la tabarra con un asunto de mujeres. Vivimos en un mundo varonil, en un universo masculino. Y estamos tan acostumbrados a esta realidad viril que la consideramos como neutra. Si un novelista, si un director de cine o un periodista escriben o realizan una obra con trasfondo macho y sabor a hombre, nadie se extraña del asunto, y su masculinismo se nos antoja lo normal. Pero si se te ocurre enfocar un tema desde la otra perspectiva de los sexos, entonces vas de cráneo: inmediatamente te consagras o te condenas feminista, y te diferencias del entorno como si te hubiera brotado un neón entre las cejas, una leyenda luminosa que dice: ya esta aquí esta pelma hablando otra vez de sus batallas.Pero, ¿cómo no hablar de Rosa María Muntaner? Rosa María fue despedida de su trabajo "por haber ocultado su embarazo en el momento de ser contratada". Acusación gravísima, perfidia sin igual, compló gestante. Rosa María, que era la jefa del departamento de imagen. de la empresa catalana Cultek, SL, perdió su puesto por "no haber confesado". su estado cuándo ingresó en la firma: deduzcan ustedes el tipo de imagen que debía promocionar la tal empresa.

Durante el juicio, Cultek dijo que al contratar a Rosa María no le habían preguntado por su estado porque, siendo soltera, les parecía muy raro un embarazo. De aquí que se indignaran: qué alevosía la de su preñez sin sacramentos. Rosa María no confesó su doble pecado, contra la productividad y la moral. Posiblemente, ella ni siquiera se dio cuenta: tan sólo quería trabajar y tener hijos. Dos ambiciones que los hombres pueden cumplir sin más quebrantos. Ella, en cambio, tenía que elegir entre una y otra.

Así es que a los pocos meses Rosa María se vio en la calle, en cuanto que se le notó la conspiración en la barriga. Bien mirado, habría que levantar un monumento a Cultek. Por su anacronismo, por su ingenuidad, por la candidez de su injusticia. Otras empresas han aprendido a disimular, a despedir embarazos bajo mil pretextos laborales. La ultrarnontana Cultek, en cambio, pretende tener la razón, además de poseer la fuerza. Es un monumento al pasado. Una parábola ejemplar de esta neutralidad color de hombre.

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