Cartas al director

Vicent y los idiomas

El simplismo exhibido por Manuel Vicent en su columna Idiomas, en la que para defender al castellano acababa diciendo que si en Nueva York te intenta atracar un navajero y le hablas en "la lengua de Verdaguer" te mata, vuelve a poner de actualidad las filias y fobias de esta pequeña, estrecha y desgraciada España, en la que muchas almas -también pequeñas, estrechas y desgraciadas- cuando quieren resaltar los valores positivos de alguien no encuentran mejor fórmula que dar un navajazo al de enfrente. Que a estas alturas se siga trabajando el mito de que ser catalán es sinónimo de rico ha...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

El simplismo exhibido por Manuel Vicent en su columna Idiomas, en la que para defender al castellano acababa diciendo que si en Nueva York te intenta atracar un navajero y le hablas en "la lengua de Verdaguer" te mata, vuelve a poner de actualidad las filias y fobias de esta pequeña, estrecha y desgraciada España, en la que muchas almas -también pequeñas, estrechas y desgraciadas- cuando quieren resaltar los valores positivos de alguien no encuentran mejor fórmula que dar un navajazo al de enfrente. Que a estas alturas se siga trabajando el mito de que ser catalán es sinónimo de rico hace reír en Cataluña. Reír de pena, naturalmente. Lo mismo que si se insiste en lo de que detrás de cada catalanohablante hay una fábrica de tejidos en Sabadell y una querida en la Font del Gat. Afortunadamente, los catalanes no vemos a los madrileños de hoy ni con bombín ni apoyados en un organillo oyendo un chotis. Aunque, eso sí, a algunos los vemos, con lamentable frecuencia, desorientados, simplistas y navajeros respecto a quienes tenemos el honor de vivir en la periferia. /

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En