La Conferencia Episcopal polaca pide amnistía total y pluralismo sindical

La Conferencia Episcopal polaca, reunida en el santuario de la virgen negra de Czestochowa, pidió, en un documento publicado ayer, la amnistía total, la readmisión de los despedidos por motivos políticos, el Pluralismo sindical y el diálogo para restablecer las estructuras organizativas de los obreros y artistas.

El cardenal-arzobispo de Cracovia, Franciszek Macharski, que sustituyó al primado Jozef Glemp -convaleciente de una operación de vesícula-, rememoró el agosto de 1980 ante unos 200.000 peregrinos, llegados para celebrar la fiesta de la virgen negra de Jasna Gora. ...

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La Conferencia Episcopal polaca, reunida en el santuario de la virgen negra de Czestochowa, pidió, en un documento publicado ayer, la amnistía total, la readmisión de los despedidos por motivos políticos, el Pluralismo sindical y el diálogo para restablecer las estructuras organizativas de los obreros y artistas.

El cardenal-arzobispo de Cracovia, Franciszek Macharski, que sustituyó al primado Jozef Glemp -convaleciente de una operación de vesícula-, rememoró el agosto de 1980 ante unos 200.000 peregrinos, llegados para celebrar la fiesta de la virgen negra de Jasna Gora. Macharski dijo que "el agosto de 1980" (fecha de la firma de los acuerdos de Gdansk, que dieron origen al sindicato independiente Solidaridad) "es el símbolo de la victoria sin vencidos".Entre el público ondeaban tres banderas del sindicato prohibido Solidaridad, y una de ellas quedó izada en el mástil de una farola por encima de todas las enseñas con los colores nacionales, del Vaticano o de la Virgen.

Sólo al final del sermón mencionó Macharski el agosto de 1980, que definió como "símbolo de la victoria sin vencidos, símbolo del reconocimiento del diálogo, como método indispensable para solucionar los conflictos sociales", y añadió que fue "una lección de paz social y cómo convertir las armas en arados para el bien de la paz, de tal modo que nunca más se tengan que erigir monumentos de luto".

Con estas palabras, Macharski aludía al monumento levantado a las víctimas de la matanza de diciembre de 1970 a las puertas del astillero Lenin, en Gdansk, donde precisamente la noche anterior los obreros llevaron a hombros a su líder, Lech Walesa, tras la tumultuosa reunión con el viceprimer ministro, Mieczyslaw Rakowski.

En un error, que revela la falta de conexión de las autoridades con la realidad social polaca, Rakowski acudió al astillero para un encuentro con los obreros, y consiguió en tres horas restablecer la popularidad de Walesa en una forma que ni el propio líder sindical podía esperar.

En una reunión, que hasta la agencia oficial polaca PAP calificó de "tempestuosa", los obreros abuchearon y patearon al viceprimer ministro Rakowski y sacaron a hombros a Walesa, que intervino en la discusión para pedir que el Gobierno y el sindicato Solidaridad se sentasen en una misma mesa y acudiesen juntos, el próximo 31 de agosto, a llevar flores al monumento de los muertos de diciembre de 1970.

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Las exigencias de diálogo por parte de Walesa recibieron ayer un espaldarazo importarte con el documento publicado por la Conferencia Episcopal.

La Conferencia Episcopal hizo un balance de la visita del Papa e insistió en un argumento central expuesto por Juan Pablo II durante su viaje: "La victoria del bien sobre el mal". Los obispos dedican un capítulo de su comunicado a la situación del país y se lamentan de las leyes restrictivas.

El episcopado polaco dice que hubo una intervención, sin resultado, de los obispos para conseguir una modificación de esas leyes. Los obispos piden una apertura y exigen un diálogo que permita el restablecimiento de las estructuras organizativas de los trabajadores y los creadores de cultura, la amnistía total, readmisión de los despedidos por motivos políticos, pluralismo sindical, reingreso de los estudiantes expulsados de la universidad y reanudación de las actividades de todos los clubes católicos de intelectuales.

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