La maratón de Madrid

Cuando la Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa se reunió por vez primera en Madrid, hace ya casi tres años, las tropas soviéticas consolidaban su presencia en Afganistán y se preparaban, al parecer, para apagar las nuevas chispas de libertad en Polonia. Este fin de semana, mientras los exhaustos representantes de las 35 naciones participantes se aprestan a firmar el intenninablemente debatido y tediosamente comprometido documento que les permitirá regresar a casa, los tanques moscovitas siguen en Kabul y, desde luego, el mundo no es un lugar menos peligroso. Pero, al menos, sus pri...

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Cuando la Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa se reunió por vez primera en Madrid, hace ya casi tres años, las tropas soviéticas consolidaban su presencia en Afganistán y se preparaban, al parecer, para apagar las nuevas chispas de libertad en Polonia. Este fin de semana, mientras los exhaustos representantes de las 35 naciones participantes se aprestan a firmar el intenninablemente debatido y tediosamente comprometido documento que les permitirá regresar a casa, los tanques moscovitas siguen en Kabul y, desde luego, el mundo no es un lugar menos peligroso. Pero, al menos, sus principales bloques de fuerzas se hallan en un precario estado de paz entre sí, y las conversaciones, aunque enzadas e insatisfactorias, prosiguen.Tal es el sígnificado de la Conferencia de Madrid. No es, desde luego, un acuerdo para hacer algo sustantivo. Todo lo de esa clase, ya se refiera a la limitación de armamentos, a los derechos humanos o, incluso, a la interferencia de emisiones radiofónicas, fue eliminado de forma sistemática a lo largo del canunol Lo que ha producido, no obstante, es una serie de anotaciones

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