Tribuna:

Hacia una reconversión industrial negociada

Un proceso de reconversión industrial, con el sentido que hoy tiene este término, es, en esencia y según el autor de este articulo, el desarrollo de un programa de adecuación de la parte más visible de la estructura industrial de un país a los condicionamientos impuestos por el mercado nacional e internacional.

Si se dejase funcionar a las economías en el régimen puro de mercado que describen los libros, la necesidad de un proceso de reconversión industrial nunca se plantearía. Nacerían y morirían empresas industriales continuamente y otras se transformarían, respondiendo así a la deman...

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Un proceso de reconversión industrial, con el sentido que hoy tiene este término, es, en esencia y según el autor de este articulo, el desarrollo de un programa de adecuación de la parte más visible de la estructura industrial de un país a los condicionamientos impuestos por el mercado nacional e internacional.

Si se dejase funcionar a las economías en el régimen puro de mercado que describen los libros, la necesidad de un proceso de reconversión industrial nunca se plantearía. Nacerían y morirían empresas industriales continuamente y otras se transformarían, respondiendo así a la demanda y a la oferta cambiante y a la evolución de la tecnología. Es lo que pasaría, en cualquier caso, si la contratación de factores productivos fuera libre y las políticas económicas fueran neutrales.Cuando la política inmoviliza los factores productivos y discrimina la asignación de los recursos, y es lo que suelen, desgraciadamente, hacer casi iodos los Gobiernos de todos los países, el resultado es siempre el mismo: periódicamente aparecen crisis sectoriales que, como suelen tardarse en acometer las soluciones, que siempre son políticamente impopulares, se agravan y, al final, no queda otro remedio que terminar cogiendo el toro por los cuernos y poner en marcha los llamados planes de reconversión industrial. Planes encaminados a hacer programadamente y a impulsos del Gobierno la adecuación que antes se estuvo impidiendo realizar de forma espontánea a los propios empresarios.

Pues bien, en esas estamos en España en estos momentos. El Gobierno ha preparado, y parece que va a publicar, un libro blanco sobre la reconversión industrial, y anuncia un proyecto de ley que quiere ser ese coger el toro por los cuernos de que antes hablábamos. No voy a comentar aquí el libro, porque quisiera dedicar el espacio que me queda a plantear un punto de estrategia de la reconversión que me parece de sumo interés: ¿es o no una ley instrumento suficiente para abordar con posibilidades de éxito un proceso de reconversión industrial?

Sacrificios y ayudas públicas

La reconversión, lógicamente, supondrá sacrificios para los empresarios, muchos de los cuales dejarán de existir o, por lo menos, tendrán que volver a nacer en otra actividad, y también supondrá sacrificios para los trabajadores que pierdan su puesto de trabajo, y que tardarán algún tiempo en encontrarlo. Seguramente, a unos y a otros se les amortiguarán los efectos del sacrificio con ayudas públicas. Pera, con ayudas y todo, lo esperable sería que unos y otros, trabajadores y empresarios, individual y corporativamente, ofrecieran cierta resistencia ante un proceso que, implicando sacrificios para ellos, se inicie desde una ley, es decir, por el sector público y al margen de ellos.

Me parece que la iniciativa gubernamental en un proceso de reconversión industrial es siempre necesaria y elogiable, en cuanto supone voluntad política de atajar un problema que cuanto más dure más se pudre y cuya solución siempre es impopular. Pero no creo que sea suficiente ni con la iniciativa gubernamental ni con el trabajo parlamentario. Es un problema en cuya solución han de implicarse los representantes de los dos protagonistas básicos, por activa o por pasiva, de la reconversión, es decir, trabajadores y empresarios. Este sería, a mi modo de ver, un enfoque, además de justo, realista, que haría posible la reconversión y para cuyo planteamiento, por otra parte, puede tomarse como dato que los protagonistas sociales, sindicatos y patronales, han venido dando muestras de sentido de la responsabilidad durante los últimos años, en que la política de rentas ha sido sustituida eficazmente por la negociación de las rentas mediante acuerdos.

En el caso de la reconversión industrial, con la referencia, quizá, de un acuerdo-marco ad hoc, convendría desarrollar negociaciones sectoriales entre las federaciones sindicales correspondientes y sus homólogas patronales, que permitiesen programar para unos cuantos años los aspectos más importantes de la reconversión y de las relaciones de trabajo en- los sectores en cuestión, con el objetivo de hacer competitiva la economía española, único medio de asegurar puestos de trabajo a medio plazo y salarios adecuados.

Pactos ectorialesConseguidos estos acuerdos, sería más fácil y más eficaz para el Gobierno llevar adelante uña política de adecuación de la estructura industrial a las necesidades presentes y de reindustrialización que facilitara la salida de la actual crisis y el dinamismo general de la economía. También sobre esta base, el necesario concurso del sector financiero creo yo que sería más plausible.

Pero, y no por decirlo en último lugar me parece menos importante: el desarrollo de un proceso negociado de reconversión industrial jugaría un papel de primer orden en la creación de un clima de confianza general que ayudaría notablemente, en el sector privado' de la economía, a superar la barrera psicológica que sutilmente separa la actividad de la pasividad.

es secretario general de Confemetal.

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