Soluciones y responsabilidades

Cinco DíasEn los últimos años, las crisis empresariales -y más concretaniente las crisis bancarias- se han solventado siempre con un amplio abanico de soluciones, pero jamás han concluido con una exigencia de responsabilidades. Las soluciones o los simples desenlaces -puesto que muchos problemas están encauzados, pero aún no se ha llegado a la normalización institucional de las empresas afectadas- han podido ser muy variados; más caros o más baratos para los presupuestos del Estado; más o menos trágicos en términos de destrucción de puestos de trabajo; ruinosos o conflictivos para los accionis...

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Cinco DíasEn los últimos años, las crisis empresariales -y más concretaniente las crisis bancarias- se han solventado siempre con un amplio abanico de soluciones, pero jamás han concluido con una exigencia de responsabilidades. Las soluciones o los simples desenlaces -puesto que muchos problemas están encauzados, pero aún no se ha llegado a la normalización institucional de las empresas afectadas- han podido ser muy variados; más caros o más baratos para los presupuestos del Estado; más o menos trágicos en términos de destrucción de puestos de trabajo; ruinosos o conflictivos para los accionistas, y más o menos traumáticos para la opinión pública, la sociedad entera e incluso la imagen institucional de un sector o del país fuera de nuestras fronteras.Resulta lógico y plausible que los primeros pasos ante determinadas crisis empresariales se produzcan en el terreno de la viabilidad en busca de soluciones para que, en el peor de los casos, sólo sean un mal menor para la mayoría de los afectados. Pero no es menos legítimo, y tendría consecuencias ej emplific adoras, que después de poner en marcha medidas tendentes a solucionar los problemas se exigiesen responsabilidades para que quienes llevaron a los trabajadores, los accionistas, los clientes y los proveedores de las empresas en crisis a situacíones límite fueran requeridos ante las leyes para esclarecer sus comportamientos.

No se trata de propugnar aquí venganzas, revanchas ni depuraciones. Seguramente en su imagen pública, en su diricil futuro y en su prestigio personal y patrimonio familiar, quienes llevaron a muchas empresas a crisis profundas han pagado ya buena parte de las consecuencias de sus irregularidades, incompetencias, fraudes o imprevisiones. Se trata, por el contrario, de evitar, en parte por culpa de un vacío legal, la sensación de impunidad que ante el hombre de la calle parecen disfrutar los responsables de grandes quiebras, suspensiones de pago, agujeros y crisis empresariales que por su magnitud e irreversibilidad han afectado al país entero, excepto a quienes fueron sus principales íncubadores.( ... )

, 18 de junio

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