RELIGIÓN

Una revista de los jesuitas afirma que la Iglesia no condena la condición de homosexual, sólo su actividad

"Jamás el magisterio ordinario de la Iglesia, sobre todo en sus documentos recientes, ha condenado la tendencia o el estado homosexual que se diferencia de la actividad homosexual". Esta afirmación apareció en la prestigiosa revista de los jesuitas italianos Civiltà Cattolica, que, como es sabido, tiene un teléfono rojo con las altas jerarquías de la Secretaría de Estado del Vaticano.

El artículo está firmado por el padre Francesco Giunghedi y aún antes de que la revista saliera a la calle ha tenido mucho eco en los principales diarios del país.En realidad, la finalidad de la revist...

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"Jamás el magisterio ordinario de la Iglesia, sobre todo en sus documentos recientes, ha condenado la tendencia o el estado homosexual que se diferencia de la actividad homosexual". Esta afirmación apareció en la prestigiosa revista de los jesuitas italianos Civiltà Cattolica, que, como es sabido, tiene un teléfono rojo con las altas jerarquías de la Secretaría de Estado del Vaticano.

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El artículo está firmado por el padre Francesco Giunghedi y aún antes de que la revista saliera a la calle ha tenido mucho eco en los principales diarios del país.En realidad, la finalidad de la revista jesuítica no es la de bendecir o legitimar el drama de los diferentes. Más aún, es una respuesta polémica a tres artículos que acaba de publicar el diario Repubblica, en los que se recoge toda una serie de testimonios de homosexuales católicos, muchos de ellos sacerdotes, los cuales afirman que desean vivir su propia diversidad como "gracia y valor positivo", continuando dentro de la fe y de la Iglesia y del mismo apostolado. Pero lo que el intelectual jesuita de Civiltà Cattolica ha querido sobre todo subrayar en su artículo, que ha tenido tanto eco, es que es falsa la afirmación de Repubblica, según la cual la moral católica considera la homosexualidad como "un vicio, una depravación, una enfermedad, una mutilación y una maldición".

El padre Giunghedi responde citando al mismo papa Wojtyla, el cual, en su discurso a los obispos norteamericanos, condena como indecorosa la actividad homosexual, pero no la tendencia. Cita la declaración de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el ex Santo Oficio que pide que los homosexuales deben ser acogidos en la Iglesia "con comprensión". Y cita a la misma conferencia episcopal de Estados Unidos cuando afirma que los homosexuales "tienen el derecho al respeto, a la amistad y a la justicia", y que por tanto "deben ser respetados todos los derechos humanos fundamentales de los homosexuales".

Y pone en guardia frente a posibles actitudes de chantaje o incluso de persecución de estos diferentes, ya que este modo de proceder, afirma, "podría favorecer la presencia de síntomas neuróticos que al revés podrían ser bien compensados con una actitud de comprensión y de aceptación".

Dicho esto, Civiltà Cattolica mantiene la tesis de que, según la naturaleza, la verdadera sexualidad, que presupone como imprescindible el binomio amor-procreación, sólo se puede vivir entre una pareja de sexos diversos. Y recuerda que si es verdad que la Iglesia no condena la tendencia homosexual, que considera como una de tantas tragedias que un cristiano puede estar llamado a superar, sí condena todo tipo de práctica homosexual como pecaminosa.

Sin embargo, aun en este campo, los jesuitas de Civiltà Cattolica no se presentan dogmáticos ni mucho menos inquisitoriales. Al revés, cuando se aborda, por ejemplo, el delicado problema planteado por más de un moralista de que la homosexualidad puede ser considerada como "una modalidad diversa de vivir la propia sexualidad", que "no comporta conflictos o desorden a la personalidad", el articulista se limita a decir que dicha afirmación "es muy dudosa al estado actual de las investigaciones científicas".

En una palabra, los jesuitas de Civiltà Cattolica han querido poner de relieve que no es verdad que la Iglesia tenga, hoy, una actitud de condena perjudicial y menos aún discriminatoria contra los diferentes obligados a vivir, afirma la revista, "una de las contradicciones más dolorosas de la condición humana". Y pide, en definitiva, que estas personas sean aceptada,s, defendidas, ayudadas y nunca, despojadas de sus derechos fundamentales como ciudadanos y como cristianos.

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