Editorial:

El éxito de Shultz

EL ACUERDO que acaba de ser firmado entre Líbano e Israel ha sido presentado como el primer éxito importante del secretario de Estado, Shultz. En efecto, era la primera vez que éste se comprometía personalmente en una negociación en Oriente Próximo, terreno particularmente complejo, y ha logrado un resultado que muchos consideraban imposible. Las negociaciones sobre la retirada de las tropas israelíes de Líbano duraban desde el 28 de diciembre, y el enviado norteamericano Habib había iniciado su labor de intermediario mucho antes, en el verano de 1982, poco después de comenzar la invasión isra...

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EL ACUERDO que acaba de ser firmado entre Líbano e Israel ha sido presentado como el primer éxito importante del secretario de Estado, Shultz. En efecto, era la primera vez que éste se comprometía personalmente en una negociación en Oriente Próximo, terreno particularmente complejo, y ha logrado un resultado que muchos consideraban imposible. Las negociaciones sobre la retirada de las tropas israelíes de Líbano duraban desde el 28 de diciembre, y el enviado norteamericano Habib había iniciado su labor de intermediario mucho antes, en el verano de 1982, poco después de comenzar la invasión israelí del sur de Líbano. En principio el acuerdo estipula las condiciones para poner fin a dicha invasión; sin duda Israel ha hecho determinadas concesiones en relación con lo que eran sus exigencias iniciales, y ello se ha expresado en las dificultades que Beguin ha encontrado en el Parlamento.La firma del acuerdo ha suscitado muchos comentarios, y lo primero que llama la atención es que está dando lugar a dos interpretaciones bastante diferentes por parte de Líbano y de Israel. Éste considera, apoyándose en párrafos muy claros del acuerdo, que equivale a un verdadero tratado de paz; con lo cual Líbano se convertiría, después de Egipto, en el segundo país árabe con relaciones normales, pacíficas, con Israel. El Gobierno libanés, por el contrario, de cara no sólo a la Liga Árabe sino a sectores muy influyentes de su opinión pública, lo interpreta como un simple complemento del acuerdo de armisticio que ya regulaba las relaciones entre los dos Estados desde hace varios lustros.

La realidades que si Líbano ha evitado la formalidad de un tratado ole paz, Israel ha obtenido mucho más de lo que se suele: estipular en tratados de ese género. La soberanía de Líbano ha quedado mermada por las condiciones que se especifican para la seguridad en la zona fronteriza con Israel. Otro hecho fundamental para juzgar el acuerdo es que se complementa con un pacto entre EE UU e Israel que permitiría a éste, si juzga que su seguridad se halla amenazada, intervenir en territorio libanés. En resumen: el acuerdo legaliza un cambio profundo en la colocación internacional de Líbano; hasta ahora era un país básicamente árabe.

¿Cuál puede ser el efecto práctico en un plazo inmediato? ¿Vamos a asistir a una evacuación rápida de tropas israelíes? Todo indica que es poco probable. Porque la retirada de éstas se halla supeditada a la retirada de las tropas sirias, y de unidades palestinas, instaladas en zonas considerables del territorio libanés. La negociación sobre esta retirada aún no ha comenzado. Los sirios entraron en Líbano en 1976, so pretexto de ayudar a poner fin a la guerra civil de 1975; y obtuvieron un mandato de la Liga Árabe para contribuir a la seguridad y el orden de Líbano, hoy aún un factor más de inestabilidad. Se han apresurado a declarar que en ningún caso están dispuestos a abandonar el país ahora, como un paso hacia la aplicación del acuerdo entre Israel y Líbano. Algunas de las figuras políticas de Líbano se. han asociado a la actitud siria, contraria al acuerdo que se ha firmado bajo el patrocinio de Shultz. Aparece, pues, como tantas veces en la historia, la amenaza de un recrudecimiento de la contienda civil entre diversas facciones libanesas, ligadas a unas u otras influencias extranjeras.

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Otro factor que puede influir en la actitud siria es el evidente interés de la URSS en que no se aplique un acuerdo que formaliza, en cierta forma, la presencia y papel de EE UU en esa parte del mundo. Los soviéticos han incrementado sus envíos de armamento a Siria en el último período; no parecen verosímiles iniciativas militares, por la evidente superioridad que en ese terreno tiene Israel, pero la presión soviética será con toda seguridad un factor más que empujara a una intransigencia siria en la cuestión de la retirada de sus tropas, y, por tanto, a una prolongación del estado actual, con un Líbano dividido y ocupado por tropas de diversos países.

Mientras tanto, como subraya en el Washington Post el periodista Philip Geyelin, Israel aprovecha el tiempo para ampliar su política de establecimiento de colonias judías en Cisjordania y levanta así obstáculos cada vez más serios a cualquier proyecto formal de reconocimiento de los derechos del pueblo palestino.

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