Los 'hodjatieh', principales beneficiarios de la eliminación del PC iraní

"Es una victoria del Islam". Con esta frase, difundida por Radio Teherán, los medios oficiales iraníes dicen que Jomeini saludó las detenciones de cuadros comunistas y la desarticulación del Partido Tudeh. Los militantes y simpatizantes de esta organización comunista dicen que es una derrota para el propio Jomeini y que, políticamente, sus días y los del clero progresista están contados.Militantes del Tudeh, preocupados por la suerte que Nuredin Kianuri y cientos de sus camaradas puedan correr en las próximas semanas, aseguran que el anciano secretario general comunista, detenido junto a su mu...

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"Es una victoria del Islam". Con esta frase, difundida por Radio Teherán, los medios oficiales iraníes dicen que Jomeini saludó las detenciones de cuadros comunistas y la desarticulación del Partido Tudeh. Los militantes y simpatizantes de esta organización comunista dicen que es una derrota para el propio Jomeini y que, políticamente, sus días y los del clero progresista están contados.Militantes del Tudeh, preocupados por la suerte que Nuredin Kianuri y cientos de sus camaradas puedan correr en las próximas semanas, aseguran que el anciano secretario general comunista, detenido junto a su mujer, Miriam Firuz, líder de la Organización de Mujeres Democráticas, confesó bajo salvajes torturas.

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Desde el punto de vista político, la detención de Kianuri y de 50 de los líderes del Tudeh está cargada de implicaciones y resulta ser una verdadera derrota del ala izquierda del clero revolucionario iraní frente al cada vez más poderoso sector de los hodjatieh, una organización muy poco conocida.

Doctrinalmente, los hodjatieh niegan la plasmación constitucional del principio del imanato, que ha convertido a Jomeini en Guía de la Revolución, si bien la enorme fuerza del imán les ha obligado a aceptarlo y reservar la lucha para con su sucesor, el ayatollah Alí Montazeri, presumiblemente, mucho más débil a la hora de erigirse en nuevo Guía.

Fuerza creciente

Practican un islamismo muy estricto, son partidarios de la privatización de la economía y de las restricciones a la intervención del Estado en la actividad económica. De los jueces islámicos más rigurosos, el ayatollah Gilani o el fiscal Ladjevardi, los hombres que firman las sentencias de muerte en la prisión de Evín, se asegura en Teherán que pertenecen a la secta hodjatieh.En el plano político, los hodjatieh cuentan con mucha fuerza en las áreas de los ministerios de Educación, Industria y Trabajo, fuerza considerable en Asuntos Exteriores y recursos humanos notables dentro del generalato islamizado, y del Majlis (parlamento islámico). Entre los bazaris, la burguesía comercial, cuentan con su principal soporte social. Sin embargo, no tienen arraigo entre los Guardianes de la Revolución (Pasdarán), verdadero brazo armado, ejército regular y policía del régimen.

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El clero progresista, su principal enemigo, cuenta con fuertes bastiones en los aledaños del imán Jomeini y de la presidencia de la República, entre los Pasdarán, en el Gobierno, en el Parlamento y en algunas instituciones de la Justicia.

También son fuertes en la Brigada de Reconstrucción, Jahad Sazandegui, en el partido del clero, PRI, y, sobre todo, entre las organizaciones seguidoras del imán, las masas de hezbollahis y los estudiantes en la línea de Jomeini.

Sin embargo, los hodjatieh están en alza. Son profundamente anticomunistas y el satanismo de la URSS es para ellos más grande aún que el de Estados Unidos. Las consecuencias estratégicas de una eventual victoria política suya, de consumarse, no puden ser subestimadas.

Algunos creen que la purga contra el Tudeh -bien merecida, según otras organizaciones perseguidas, por no haberse opuesto en su día a la eliminación de la oposición- y las expulsiones de diplomáticos soviéticos se ceñirán a sus propios límites, sin traducción a la esfera de las relaciones interestatales.

Pero muy pocos creen que los hodjatieh se conformen con la victoria de una sola batalla. Ganar plenamente la contienda implicará, de acuerdo con muchos observadores, ganar una guerra civil.

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