La sentencia del Supremo

Ya hay sentencia del Tribunal Supremo sobre la causa del 23-F. Con la reserva de la posible acción ante el Tribunal Constitucional, creemos que el asunto se debe considerar concluido, y en tal concepto merece un comentario. En primer lugar, una reflexión política. En la noche del 23 al 24 de febrero de 1981, frescas en la retina las imágenes de la ocupiación del Congreso, y mientras se prolongaban los minutos a la espeira de noticias, escribimos nuestro primer editorial de urgencia: "Nos abochorna" era el título. Ése era efectivamente nuestro sentimiento dominante: el de bochorno por el estall...

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Ya hay sentencia del Tribunal Supremo sobre la causa del 23-F. Con la reserva de la posible acción ante el Tribunal Constitucional, creemos que el asunto se debe considerar concluido, y en tal concepto merece un comentario. En primer lugar, una reflexión política. En la noche del 23 al 24 de febrero de 1981, frescas en la retina las imágenes de la ocupiación del Congreso, y mientras se prolongaban los minutos a la espeira de noticias, escribimos nuestro primer editorial de urgencia: "Nos abochorna" era el título. Ése era efectivamente nuestro sentimiento dominante: el de bochorno por el estallido de irracionalidad que repentinamente nos había devuelto a épocas de nuestra historia que habíamos olvidado, como si se tratara de una pesadilla. Hará falta mucho tiempo -escribíamos- para que se puedan borrar las huellas de lo ocurrido. Pues bien, creemos que eso ha ocurrido ya. Los problemas siguen siendo graves, pero la falta de interés por la vista del recurso ante el Tribunal Supremo, en manifiesto contraste con el interés que suscitó la iniciación del procedimiento, a nuestro juicio revela cómo cualquier deslumbramiento ante la falsa solución de la violencia ha quedado enterrado con la intentona fracasada. Habrían de suceder muchas cosas e intervenir muy graves inconsciencias para que rebrotase la tentación de reanudar el ciclo fatal de acciones y de reacciones que, en su común voluntad de exterminio, se alimentan mutuamente.Pero la triste experiencia tuvo unos autores, y éstos debían ser sancionados y con la celeridad indispensable para que la pena cuínphera su doble finalidad retributiva y preventiva o de ejemplaridad. Desgraciadamente, la desafortunada supresión del procedimiento militar sumario para tiempo de paz impidió que la causa del 23-F se hubiese visto y fallado en unas semanas, al menos para los responsables notorios, que eran la inmensa mayoría, en vez de durar dos años. Reconózcase, sin embargo, que, en comparación con los plazos usuales, su tramitación ha sido excepcionalmente rápida (-).

29 de abril

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